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“Expediente X” continúa su búsqueda de Dios

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Paul Asay - publicado el 18/03/16
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El creador de la serie, Chris Carter, dice que diseñó a Scully para que fuera un personaje religioso desde el principioCualquier persona familiarizada con Expediente X sabe qué personaje de la serie cree verdaderamente en Dios. El cartel en su oficina lo dice todo.

“Yo quiero creer”, se lee en el cartel. Fue en la oficina del agente del FBI Fox Mulder (interpretado por David Duchovny) que Expediente X debutó en Fox en 1993. Mulder está de vuelta junto a su antigua compañera Dana Scully (Gillian Anderson).

Durante el largo y siempre extraño funcionamiento de la serie, fue Mulder quien creyó firmemente en todo, desde las invasiones alienígenas, monstruos y conspiraciones gubernamentales. Mulder siempre es el que cree, y Scully lo empuja y lo presiona a mirar los fríos y duros hechos del caso investigado.

Scully ha sido siempre la voz de la razón que equilibra la locura de Mulder. Una médica cualificada y una científica dedicada, está dispuesta a rechazar cualquier aspecto de fe ciega.

Mientras Mulder puede ser el motor que impulsa a Expediente X, Scully ha servido como alma. Sus compañeros avanzan y ella retrocede cuestionando, considerando. Ella es el link entre nuestro mundo cotidiano y la fantasía de la serie. Y es la fe católica de Scully una de las cosas que la motiva. Se podría hasta argumentar que ella es una sustituta del creador de Expediente X, Chris Carter.

“Yo estudié Física Teórica en el Instituto Kavli en la Universidad de California”, dice Carter a The Guardian en 2008, antes del lanzamiento de la película Expediente X. “Muchos científicos eran ateos, y pensé que sería interesante porque ellos estaban hablando sobre algunas de las más bellas ideas que he encontrado. Es decir, algo verdaderamente poético. Y pensé exactamente lo contrario. Vi cómo la ciencia intenta explicar a Dios, mientras que ellos ven cómo la ciencia intenta explicar la verdad. Ya que puede ser lo mismo, pienso que este filme se trata, en algunos aspectos, sobre eso: ciencia y fe”.

En una entrevista a Salon en 2000, Carter dice que diseñó a Scully para fuera un personaje religioso desde el principio. “Lo más difícil de conciliar es ciencia y religión”, comenta. “Entonces, esa cruz que usa, que estaba ahí desde el episodio piloto, es muy importante para un personaje que está dividido entre su carácter racional y su lado espiritual”.

“La serie es básicamente una serie religiosa”, agregó Carter. “Es sobre la búsqueda de Dios, sabes, ‘la verdad está afuera’. Es de eso que se trata”.

Los fans de Scully que ya apreciaban mucho su naturaleza espiritual no pueden ver su lado científico y espiritual en guerra, más bien en equilibrio. Desde el tiempo de san Agustín, al final de cuentas, los católicos hace mucho que expresaban un profundo aprecio por la ciencia y el conocimiento. Los milagros eran examinados y, a veces, desenmascarados, usando la ciencia religiosa y el estudio de los detalles – algo que Scully probablemente apreciaría.

Pero ella, como la Iglesia, a veces, deja la puerta abierta para “posibilidades extremas”, como diría Mulder. En el episodio de la quinta temporada “All Souls”, Scully dice a un sacerdote: “Por más que yo tenga fe, padre, yo soy científica, estoy entrenada para analizar evidencias. Pero la ciencia sólo nos enseña cómo, no por qué”. Y conforme la serie avanza, su fe se vuelve cada vez una parte más integral de su personaje.

Un buen ejemplo se puede encontrar en el episodio de la tercera temporada “Revelations”, donde ella y Mulder están investigando el asesinato de falsos estigmatizados – personas que fingen heridas en sus manos y pies para convencer a sus seguidores de su santidad. Pero durante el curso de su investigación, ellos también tienen que proteger a un niño especial que también lleva los estigmas y no parece estar fingiendo.

Después de ese caso, Scully vuelve a confesarse después de muchos años. “Tengo miedo”, admite, “que Dios esté hablando y nadie esté escuchando”.

Pero en Expediente X, así como en nuestro propio camino de fe, no siempre todo es claro ni obvio. Como Scully, la vida se inclina entre fe y ciencia.

A lo largo de la tercera y cuarta temporadas, por ejemplo, Scully padece cáncer – resultado de la extracción de un microchip que había sido misteriosamente implantado en su cuello.

Mulder defiende la instalación de un chip alienígena semejante, en la esperanza de que eso quitara la enfermedad. Pero Scully también vuelve a su fe, orando con un sacerdote que ella había rechazado antes. Cuando la enfermedad desaparece – milagrosamente, algunos dirían – la razón para su desaparición es una cuestión de conjetura, escribe Amy M. Donladson en su libro We Want to Believe: Faith and Gospel in the X-Files:

“¿Fue el chip que la curó? ¿O fue un milagro, en respuesta a su oración? Como Mulder responde a la pregunta del director asistente Skinner sobre el punto, ‘Yo no se. Pienso que nunca lo sabremos’. Pero una cuestión más profunda es: y si fueran ambos… Si el chip es la cura, ¿eso significa que no hubo ninguna intervención divina? ¿O el hecho de que Mulder haya encontrado el chip podría haber sido una respuesta a la oración?”.

Los espectadores pueden ahora acompañar la fe de Scully nuevamente por el canal Fox. Ella está trabajando en un hospital católico durante el primer episodio “My Struggle”, y ella dice que está ayudando a hacer el “trabajo de Dios” – ayudando a crear quirúrgicamente orejas para niños que nacieron sin ellas. Y en el cuarto episodio, “Home Again”, ella llora al lado de la cama de su madre que está muriendo. “Por favor, mamá, no te vayas a casa aún”, dice ella.

Scully no tiene una fe inquebrantable. A lo largo de los años, ella ha sufrido. Ha cuestionado, Ha dudado. Y, sin embargo, a pesar de todo, su anhelo por una verdad mayor permanece – un deseo, pienso, que se encuentra en la mayoría de nosotros. Ella quiere creer. Y nosotros también.

Paul Asay es crítico de cine de Plugged In y escribe para una variedad de páginas y publicaciones, incluyendo Time, The Washington Post y Beliefnet.com. Es autor o co-autor de varios libros, incluyendo Burning Bush 2.0: How Pop Culture Replaced the Prophet.

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