October Baby: Una película sobre qué es vivir bien

El problema de la vida no es ser capaz de obedecer a las normas o códigos morales que nos propongan las escuelas de pensamiento ético que en cada momento histórico se encuentren en la cresta de la ola. Poco nos llenarán esos listados de deberes que se hacen sin contar con la flaqueza y ternura de los corazones humanos. El problema de la vida es vivirla con plenitud, con la alegría del valiente y afrontando con descaro nuestro profundo deseo de felicidad.

October Baby (2011) es un película sobre el drama del aborto, sobre la angustia de los hijos que se preguntan por la identidad de sus verdaderos padres, sobre cómo crece un amor verdadero cuando se mira al otro como un regalo sagrado y, especialmente, muy por encima de todo lo demás, es una película que nos recuerda por qué la vida -cualquier vida y sobre todo la nuestra, la de cada uno- merece la pena y está hecha para abrazarse con una belleza infinita.

Se trata de una película excelente, en la que se puede apreciar la ausencia de medios pero también cómo han sabido resolverse con el apoyo de un guión hilvanado y coherente que sólo decae en algunos momentos en los que hay exceso de metraje. Sin embargo, la habilidad con la que presenta sin aspavientos la felicidad a nuestro alcance aun en el drama, aun en la rudeza de nuestro existir cotidiano, la eleva por encima de muchas otras y la hace imprescindible. Véanla con sus hijos adolescentes, porque ella enseña justo lo que ellos quieren encontrar y terminan considerando imposible. También descubrirá que “eso” que esta historia tiene es justo lo que usted desea. Como todo el mundo.

Porque la verdad es sencilla y dramática: o dedicamos la vida a procurar la dicha de quienes nos rodean o nos dejamos arrastrar por el escepticismo, por el cinismo, y enfrentamos cada día como una carga a soportar. Con este dilema en la cabeza se pusieron a trabajar los dos directores, los hermanos Andrew y Jon Erwin que, inspirándose en la impresionante biografía de la superviviente a un aborto Gianna Jessen (no se pierdan sus testimonios en youtube) imaginan el viaje de una joven que descubre que es adoptada y que salió adelante tras un aborto fallido. Es entonces cuando se empeña en encontrar a su madre biológica, para lo que comienza una difícil búsqueda que, como sucede con todos los verdaderos viajes, le lleva a descubrirse a sí misma.

No esperen un relato adulterado y moralista, requetedulzón y mal narrado. No le dedicaría ni una línea. Al contrario, aun siendo una película de amor, con guapo pretendiente y todo lo demás, es diferente a cualquier otra, porque está hecha para que comprendamos que se puede enfrentar cada minuto con pasión, sin rehuirlo ni banalizarlo y se puede amar con todo el corazón sabiendo que hay un destino bueno y, aquí, en nuestra existencia a veces monótona, una satisfacción todavía cien veces mayor.

Una mujer que quiere entender en qué consiste vivir bien. Por menos de lo que busca Hannah, la protagonista, encarnada por Rachel Hendrix en su debut cinematográfico, no muevo yo ni un dedo. Y si no se lo creen, la ven y me lo cuentan.