Y si voy al cielo. ¿Al cielo dijiste? ¿Y por qué quisieras ir al cielo?, interpelé a mi hijo de 13 años luego de su inesperada inquietud.
Respondió: Sí, mamá, solo quiero ir y venir. Así sabré cómo se vive allá, “imagino la Paz que debe haber en ese lugar, sin guerras, ni adicciones”, me dijo.
Paz sólo hay en el cielo, afirmó con insistencia. ¿Qué puede hacer que un adolescente quiera ir al cielo?, me dije. Ninguna persona sufre en ese lugar. Es un lugar lleno de Paz eterna. ¡Quiero conocer el cielo, mamá!
Mira, me dijo, si vamos en un cohete, llegamos. Pero sólo debemos estar unos minutos. Recuerda vamos de visita, me sonrió. Verás que los niños no sufren; no existe explotación de menores, ni mucho menos prostitución. Nadie trabaja porque no existe el dinero.
Al no haber dinero, nadie roba, tampoco secuestran personas, nadie asesina por más billetes en el bolsillo. Es por eso que el cielo es otra dimensión, que me encantaría visitar. Esa Paz, sólo se puede encontrar en el cielo.
¿Qué tiene la tierra que no nos permite encontrar esa Paz? Es que todos viven preocupados por competir unos con otros, ensimismados en sus propias necesidades. El camino para llegar al cielo es otro, me respondió.
Aquí en la tierra, la Paz dura sólo un tiempo breve, expuso mi hijo luego de dejar su “headphones” y la guitarra. La batalla entre el bien y el mal es intensa en este planeta. Sin embargo, mamá, mi meta es hacer que esos segundos de Paz se prolonguen, insistió.
Sin dejar de rasguear una tonada en su guitarra, me repetía: ¡Sí!, quiero ir de visita al cielo. Pero, ¿sabes mamá, cuánto daría para que algún día pudiéramos llegar a construir ese cielo en la tierra?. La fe, no sólo mueve montañas, sino también los corazones.
Hijo mío, le dije, es muy hermoso lo que me propones, que te parece si tú y yo empezamos a construir ése lugar tan ansiado. Un cielo en medio de tanta violencia, así lograremos acercarnos cada vez más a la Paz. Es hora de caminar todos hacia un mismo lugar, el cielo. Empecemos el viaje.
Hoy celebramos a...