Recordando el encuentro de Francisco con representantes del mundo del trabajo en México“He querido encontrarme con ustedes aquí en esta tierra de Juárez, por la especial relación que esta ciudad tiene con el mundo del trabajo”, dijo el papa Francisco al iniciar su discurso ante el mundo del trabajo, en el evento que se realizó como parte de su visita a Ciudad Juárez en el Gimnasio del Colegio de Bachilleres.
Al recinto ubicado en el Parque Central de Ciudad Juárez, el papa Francisco llegó alrededor del mediodía de ese miércoles 17 de febrero.
Aunque estaba previsto que ingresara al gimnasio en un carrito de golf, el Papa prefirió hacerlo por su propio pie, lo que le permitió saludar más cercanamente a la gente ahí congregada.
En el evento, el Santo Padre escuchó las palabras de Daisy Flores, una empleada de la diócesis de Ciudad Juárez, de la parroquia San Isidro en el Valle de Juárez, quien trabajó durante muchos años en Recursos Humanos de grandes empresas.
Ella habló al Santo Padre de las dificultades que enfrentan los trabajadores ante bajos salarios y horarios extenuantes que hacen que difícil atender a los hijos y formarlos en los valores que les refuercen sus capacidades humanas.
La joven trabajadora, madre de familia, se presentó junto a su esposo y dos hijos y habló de esquemas pragmáticos y burocráticos en el mundo laboral.
El Santo Padre asintió varias veces a las palabras de la madre de familia y al final se puso de pie para saludar a esta familia y entregarles un detalle.
Luego, en nombre de los empresarios habló Juan Pablo Castañon, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, quien reconoció que los esfuerzos en las últimas décadas en contra de la pobreza “no han logrado cambiar la situación”.
“Nosotros también hemos cometido errores, que nos falta reconocer que la persona humana es el fin de todo y que el trabajo es el único capaz de romper el círculo de la pobreza”, dijo para finalizar su discurso dándole las gracias “por escucharnos y promover el diálogo sincero”.
Le entregan regalos
Al final del discurso, el presidente de la Confederación de Uniones de empresarios católicos José Lazaro Támez Guerra y su esposa, presentaron un regalo al Santo Padre, un arreglo de cinco rosas de acero, que representan las cinco misas que el papa Francisco celebró en su visita pastoral a México.
Enseguida, Abelardo Popoca, un padre viudo, obrero de una maquiladora, quien ha tenido durante 20 años el premio de asistencia y puntualidad, pasó con sus dos hijos a entregar al Santo Padre una canasta de mimbre como un recuerdo de las artesanías de la región.
Y más adelante, Elvira Alicia Martínez de León, entregó al Santo Padre una tablet con mensajes que grabaron algunos obreros fronterizos.
Esta mujer comenzó como operadora, luego fue jefa de grupo, asistente, directora de calidad, siempre ha estudiado y trabajado, y hoy es directora de recursos humanos.