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Papa Francisco: El profeta Isaías criticaba a los poderosos, ¡y no era comunista!

Pope Francis General Audience

Antoine Mekary / Aleteia

Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 24/02/16

Audiencia general, el Pontífice explicó la Misericordia en la Biblia y dijo: “Qué bueno sería que potentes explotadores, corruptos y codiciosos pidieran perdón”

El Papa Francisco prosiguió las catequesis sobre la Misericordia en la Biblia y celebró este miércoles 24 de febrero en la Plaza de San Pedro, la tradicional Audiencia General ante la presencia de numerosos fieles y peregrinos procedentes de diversos países.

En su Catequesis Semanal describió la narración bíblica de la historia de Nabot y la invitación de conversión del profeta Isaías a Ajab, rey de Samaria.

Una historia que representa la conversión a través de la misericordia de Dios de los poderosos, los arrogantes, los corruptos y los que abusan de su poder y riqueza contra los pobres y los más débiles.

El poder como servicio para demostrar la misericordia a los demás. Lejos de “privilegios”y “codicia”. El poder y la riqueza  al “servicio” de “la justicia y la caridad”. 

“Esta no es una historia de otra época, esta es una historia de hoy. La historia de los potentes que para tener más dinero explotan a los pobres, explotan la gente, de la trata de las personas y del trabajo esclavo, de la pobre gente que trabaja en negro y con el mínimo para enriquecer a los potentes. Es la historia de los políticos corruptos que quieren, más, más y más…”, dijo el Papa entre aplausos.

El profeta no era comunista, atención”, aclaró Francisco. “Dios advierte sobre la avidez de los ricos terratenientes que quieren poseer más casas y terrenos. Y dice el profeta Isaías: ‘Cuidado, ustedes que quieren acumular casa a casa, campo a campo, hasta que no haya más espacio. Así, se quedan solos a vivir en el pueblo”.

Cómo termina la historia? “Dios toca a la puerta del corazón de Ajab. El Rey puesto delante de su pecado, entiende, se humilla, y pide perdón. ¡Qué bueno sería que los potentes explotadores de hoy hicieran los mismo¡”.

Francisco indicó, desde el principio, que “la riqueza y el poder pueden ser buenas y útiles al bien común si son puestas al servicio de los pobres y de todos con justicia y caridad”.

Por último, el Papa saludó a los numerosos fieles presentes en la Plaza.

A continuación, algunos de los momentos más importantes de la catequesis de papa Francisco.

“Se habla de los potentes, de los Reyes, de los hombres que están en alto y también de su arrogancia y de sus abusos. La riqueza y el poder son realidades que pueden ser buenas y útiles al bien común si son puestas al servicio de los pobres y de todos con justicia y caridad. Pero, como frecuentemente sucede, son vividas como privilegio, egoísmo y prepotencia, se transforman en instrumentos de corrupción y de muerte”.

El Papa comentó el episodio ocurrido en la viña de Nabot, ciudad de Jezrael, descrito en el primer libro de los Reyes, en el capítulo 21, lugar que estaba al lado del palacio de Ajab, rey de Samaria. El Rey quiere comprar la viña adyacente. “La tierra es sagrada como dono del Señor y va custodiada y conservada”.

Así, explicó que era comprensible que Nabot se negara a vender su tierra al Rey que respondió con “amargura… ofendido, frustrado en la posibilidad de su deseo de poseer”.

Jezabel, su esposa, es descrita como una mujer mala que alimentaba el deseo desenfrenado de poseer de su marido.

El Papa recordó el libro de San Ambrosio, del mismo titulo, La viña de Nabot y recomendó leerlo en este tiempo de Cuaresma. “Es un libro de actualidad”. Testo que recuerda los abusos del prepotente contra el pobre.

Jesús recordó estas cosas a sus discípulos: “El que quiera ser el primero, se hará esclavo de todos”. Y sucesivamente, narró como la esposa del Rey, Jezebel, utilizó la mentira para testificar falsedades contra Nabot para quitarle su propiedad y, en fin, la vida.

Dejando de lado las hojas, el Pontífice sostuvo: “Esta no es una historia de otra época, esta es una historia de hoy. La historia de los potentes que para tener más dinero explotan a los pobres, explotan la gente, de la trata de las personas y del trabajo esclavo, de la pobre gente que trabaja en negro y con el mínimo para enriquecer a los potentes. Es la historia de los políticos corruptos que quieren, más, más y más…”, dijo entre aplausos.

De esta manera, evidenció hacia donde lleva “la autoridad sin respeto de la vida, sin justicia y sin misericordia”. Es decir, “dónde lleva la sed de poder que se convierte en codicia que aspira a poseerlo todo”.

Luego citó un texto del profeta Isaías que introdujo advirtiendo: “el profeta no era comunista, atención”. “Dios advierte sobre la avidez de los ricos terratenientes que quieren poseer más casas y más terrenos. Y dice el profeta Isaías: ‘Cuidado, ustedes que quieren acumular casa a casa, campo a campo, hasta que no haya más espacio. Así se quedan solos a vivir en el pueblo”.

Dios es mas grande de la maldad y de los juegos sucios de los seres humanos. En su misericordia envío al profeta Elías para ayudar a Ajab (el Rey) para que se convierta”, añadió.

¿Cómo termina la historia? “Dios toca a la puerta del corazón de Ajab. El Rey puesto delante de su pecado, entiende, se humilla, y pide perdón. ¡Qué bueno sería que los potentes explotadores de hoy hicieran los mismo¡”.

“El Señor acepta su arrepentimiento”. El Papa recuerda que a pesar del arrepentimiento un inocente fue asesinado (Nabot) y esto tendrá consecuencias inevitables. “El mal deja sus rastros dolorosos”.

“La misericordia es evidente en este caso”, insistió. Por ello, explicó: “La misericordia es la vía maestra que debe ser seguida. La misericordia puede sanar las heridas y cambiar la historia”.
El Papa mira al público. “¡Pero abre el corazón a la misericordia!”, exclamó.

“La misericordia divina es más fuerte que el pecado de los hombres…Jesús hecho hombre, Jesucristo es el verdadero Rey, pero su poder es diverso, su trono es la Cruz, no es un Rey que asesina, al contrario da la vida, su cercanía a los más pobres derrota la soledad y el destino de muerte a la cual conduce el pecado”.

“Jesucristo con su cercanía y ternura lleva a los pecadores en el espacio de la gracia y del perdón y esta es la misericordia de Dios. Gracias”, concluyó.

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