A muchos sorprendió la frase del Papa Francisco… a los que no conocen esta periferia mexicanaPara los que residen en el Estado de México, es bien sabido la situación tan caótica de inseguridad que prevalece en ese territorio mexiquense, no es casualidad que el Papa Francisco haya visitado esa periferia en Ecatepec.
En los últimos años, la pobreza, asaltos, secuestros, feminicidios, desaparecidos, la narco violencia, abusos sexuales, venta de droga y ejecuciones, son el pan de cada día en sus calles y avenidas. Ecatepec se ha convertido en una capital del delito e impunidad no solo de México sino también a nivel mundial, la corrupción ha permitido la anarquía, pues no se aplica la ley y la sociedad le tiene miedo a la denuncia.
La misma policía cuando no está coludida con los carteles de droga o la delincuencia organizada, tiene miedo de penetrar en zonas con altos índices de delincuencia y hacer prevalecer la ley del estado por el temor de ser agredidos, como consecuencia convirtiendo colonias y barrios en una tierra de Nadie.
Es aquí donde las palabras del Papa Francisco pronunciadas en su homilía en la misa en Ecatepec son contundentes y precisas en la reflexión: “metámonoslo en la cabeza, con el demonio no se dialoga, no se puede dialogar, porque nos va a ganar siempre. Solamente la fuerza de la palabra de Dios lo puede derrotar”. Los gobiernos y autoridades de seguridad involucrados y coludidos con la delincuencia organizada han dialogado con el diablo, dialogan a diario, el diablo es su jefe, por que no se puede cometer actos tan atroces y por tantos años sin ser inspirados por un mal supremo.
El Papa Francisco dirige con exactitud su mensaje, ciertamente sus palabras llegan a toda la sociedad y a todos los católicos de a pie, porque a veces nos permitimos también la oportunidad de dialogar con el diablo y nos hundimos en la desesperanza y la falta de fe. El Papa también incluyo en su homilía un mensaje esperanzador y consolador: “Es el Dios que tiene un nombre: misericordia. Su nombre es nuestra riqueza, su nombre es nuestra fama, su nombre es nuestro poder y en su nombre una vez más volvemos a decir con el salmo: “Tú eres mi Dios y en ti confío”. ¿Se animan a repetirlo juntos, tres veces?: “Tú eres mi Dios y en ti confío”.
El diablo en Ecatepec, el Papa también y con el Papa el Dios todo poderoso que todo lo puede.