La verdad es que Francisco perturba tanto a las derechas como a las izquierdas a través de una aproximación no-ideológica al evangelio
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Uno de los escenarios más relevantes de la próxima visita del Papa Francisco a México tendrá lugar en la Diócesis de San Cristóbal de las Casas. En los análisis de algunos, el viejo paradigma simplificador “derecha-izquierda” reaparece para tratar de comprender la presencia del Sucesor de Pedro en esa experiencia pastoral tan particular.
En efecto, quienes creen de manera tácita o explícita que el cristianismo está llamado a existir bajo una sola forma de inculturación, les parece cuando menos sospechoso que el Papa visite esta diócesis y planee una serie de encuentros con la gente más sencilla y un momento de oración en la tumba de Mons. Samuel Ruiz. Alguien hace poco me decía a este respecto: “¿No se dará cuenta el Papa que va a sembrar la confusión con este gesto? ¿No se dará cuenta que se puede reactivar la teología de la liberación?”.
La verdad es que Francisco perturba tanto a las derechas como a las izquierdas a través de una aproximación no-ideológica al evangelio. Es como si Dios mismo nos estuviera regalando a través de la persona del Papa un “test” para medir nuestro grado de ideologización. ¿Si Francisco se arrodilla frente a la tumba de Don Samuel significa que el Papa simpatiza con el marxismo? Por supuesto que no. Mons. Samuel Ruiz no era comunista. Ni siquiera su teología se encuadra pacíficamente en alguna de las denominadas “teologías de la liberación”. Quien lo afirme sólo muestra su ignorancia.
La “teología indígena” es más bien una sabiduría práctica que brota del pueblo que vive su fe desde la identidad indígena que no puede ni debe ser suprimida. En San Cristóbal tanto ayer como hoy no existen deseos secesionistas o búsquedas teológicas para minar la autoridad del Papa. Tal vez en Europa o en Estados Unidos existan. Este no es el caso en México. Querer ver en San Cristóbal un semillero de heterodoxia es estar muy lejos de la praxis pastoral de la Iglesia latinoamericana, tal y como ha sido discernida y cultivada por los obispos en los últimos 60 años. Eso no significa que no existan cuestiones que purificar, como en todos lados. Lo que significa es que la Iglesia ha cuidado el camino de una diócesis que sufre y la diócesis ha buscado unirse al camino de la Iglesia, siguiendo las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y el Concilio Vaticano II.
Un gran obispo como Felipe Arizmendi ha logrado mantener la mirada clara y una heroica actitud pastoral ante las presiones durante 16 años en aquel rincón de Chiapas. La derecha extrema durante un largo tiempo intentó descalificarlo periodísticamente y ante Roma. La izquierda buscó ignorarlo. Hoy el Papa Francisco, verdadero sucesor de Pedro, abraza a este Pastor, visita su diócesis y ora ante la tumba de su predecesor. ¿Qué podemos aprender de esto? Que Francisco es pastor y profeta. Que Francisco ya está cansado de las simplificaciones facilonas que faltan tanto a la caridad como a la verdad.
*Doctor en Filosofía por la Academia Internacional de Filosofía en el Principado de Liechtenstein; miembro del Consejo Pontificio Justicia y Paz, de la Academia Pontificia pro Vita y del Equipo de Reflexión Teológica del CELAM; Profesor-investigador en el Centro de Investigación Social Avanzada. Página web: www.cisav.mx E-mail: rodrigo.guerra@cisav.org