Imagino que el regreso de la mítica serie habrá entusiasmado a los fans aunque esta nueva temporada parezca más una caricatura que una propuesta de intriga
NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 13 AÑOS – El lenguaje y las escenas de contenido violento o sexual pueden herir la sensibilidad
Cuando Expediente X comenzó a emitirse allá por 1993 existía la creencia popular de que aquella serie estaba inspirada en hechos reales. Al menos eso es lo que comentaban los amigos de mi cuadrilla adolescente, con diferencia mucho mejor informados que cualquier otra fuente. Yo, tengo que admitirlo, nunca fui un fan de Expediente X. Es más, me gustó la película Expediente X. Enfréntate al futuro (Rob Bowmna, 1998) mientras a los fieles seguidores de la serie de FOX los defraudó profundamente. No lo entiendo, estaba muy bien para lo que era.
Sin embargo, siempre me ha gustado el cine de género, las películas de miedo y las historias de ciencia ficción de modo que, honestamente, a veces me cuesta entenderme a mí mismo y explicarme por qué no me atraía Expediente X.
Con el paso del tiempo, y ahora que la serie está de nuevo en boca de todos, me he ido dando cuenta de que quizá no me atraía demasiado porque, para pasar por ser una serie inspirada en hechos extraños más o menos verosímiles, me resultaba francamente absurda. Nunca me la terminé de creer. Mostraban a los monstruos con demasiada rapidez y ligereza y apenas había tiempo para generar suspense. Cuando te ibas a dar cuenta, tenías en tu televisión a un alienígena en calzoncillos. Además, Mulder y Scully, todo lo carismáticos que ustedes quieran, me parecían cansinamente estereotipados. Toda la emoción de la serie residía en cuando se iban a liar.
Esta nueva, tardía y seguramente innecesaria temporada va por el mismo camino que la serie original, de modo que imagino que los fans estarán encantados. Mulder y Scully tardan cero coma en verse de nuevo las caras en una escena, dicho sea de paso, completamente desprovista de cualquier tipo de emoción. Supongo que esto se debe a que su creador, Chris Carter, sabe que en el fondo no tiene frente a la cámara a dos personajes, sino a dos pasmarotes arquetípicos sin un ápice de humanidad o humildad.
Como también sucedía en la serie original, no pasa mucho tiempo hasta que comenzamos a ver cosas raras. No hemos llegado a la mitad del episodio piloto cuando plantan a Mulder delante de un OVNI que se hace invisible delante de sus ojos. Enseguida Mulder y Scully vuelven a sus clichés, uno el conspiranóico que “quiere creer” y la otra la escéptica que lo pasa todo por el filtro de la ciencia.
Solo durante el primer episodio, el apasionado de Expediente X se tropezará con frases míticas como “la verdad está ahí fuera”, “quiero creer”, “todo es una conspiración” o “es la clave”. El problema es que para este nuevo despertar, la intriga propuesta resulta tan sumamente rocambolesca, delirante, absurda e hilarante que al final, este nuevo Expediente X se acerca más a la caricatura que a la intriga.
Resulta además que la televisión en la última década ha cambiado un disparate, aunque parece que Chris Carter no se ha dado por aludido. Pese a la aparente complejidad dramática de los guiones de esta nueva mini-temporada (solo seis episodios), en el fondo y en la superficie la propuesta es bastante simple, casi simplona diría yo. Después de Los soprano, The Wire o Breaking Bad, la televisión ha dejado de ser lo de antes y Expediente X parece seguir anclada en la tele de antes.
Los mitómanos tendrán los pelos como escarpias, al resto de los mortales supongo que les dará un poco igual por más que esta nueva temporada arranque poniendo todas las cartas sobre la mesa con la idea de arrastrar a las nuevas generaciones. A mí, como decía al principio, ni fu, ni fa.