La visita el próximo 17 de febrero del Papa Francisco ha despertado una enorme expectativa a ambos lados de la fronteraEn ambos lados de la frontera entre Ciudad Juárez (Chihuahua) y El Paso (Texas), la visita el próximo 17 de febrero del Papa Francisco ha despertado una enorme expectativa.
Organizaciones en pro de los inmigrantes preparan la visita papal con ahínco: el objetivo que persiguen es que la presencia de Francisco, su testimonio y su mensaje sea vehículo para que las demandas que sostienen sean escuchadas en todo el mundo.
Concretamente son tres las demandas históricas, respaldadas por la Iglesia católica de México y Estados Unidos: una reforma migratoria integral; el cese a las deportaciones de niños y mujeres y el reconocimiento del estatus de refugiados (no de inmigrantes ilegales) a los menores de edad que ingresan sin autorización a Estados Unidos.
La reedición de la crisis
Aunque el último memorando del jefe del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jeh Johnson, en el que pide a las cortes de inmigración que “aceleren los juicios a los inmigrantes centroamericanos”, haya entrado en vigor esta semana, la situación de zozobra entre los inmigrantes permanece igual.
Abogados y defensores de los inmigrantes exigen que las deportaciones de la administración del presidente Barack Obama se detengan. Poco más de dos millones de “ilegales” han sido devueltos a sus países de origen, de 2008 a la fecha.
El memorando de Johnson destaca que la prioridad para las cortes migratorias es atender y dar celeridad a los juicios de niños indocumentados detenidos por la Patrulla Fronteriza, al igual que adultos que viajen con niños.
Cabe señalar que durante el año fiscal 2014, la Patrulla Fronteriza detuvo a 68,541 niños migrantes cuando intentaban cruzar la frontera sin documentos. En 2015 la cifra bajó 42 por ciento, pero ha vuelto a subir.
En lo que va del año fiscal 2016 (del 1 de octubre de 2015 a 31 de enero de 2016), se han detenido ya a 20,164 niños, lo que amenaza con ser una capítulo más de la crisis humanitaria desatada por las condiciones de violencia, inseguridad y falta de oportunidades de Centroamérica, principalmente en Honduras, El Salvador y Guatemala.
Según la Universidad de Syracuse (Nueva York), las cortes de inmigración de Estados Unidos han dictado 18,607 órdenes de deportación a niños y mujeres migrantes centroamericanas en los últimos 18 meses. Además, el estudio, citado por la cadena de televisión hispana Univisión, destaca que en 80 por ciento de los casos de deportación de menores “no hubo una sola representación legal.”
La vida de los migrantes vale
Por esta situación, y muchas otras aunadas al fenómeno migratorio, la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, que ayuda a los inmigrantes indocumentados de México y Centroamérica, ha puesto un cartel gigante en la valla que en Ciudad Juárez separa México de Estados Unidos, en el llamado “muro de la ignominia”.
Se trata –de acuerdo con esta Red que opera en Ciudad Juárez desde 1998—de aprovechar el paso del convoy papal para hacer llegar al Papa Francisco (y a través de él a las cámaras de todo el mundo) las demandas de una reforma migratoria integral y del cese de las deportaciones.
Investigaciones realizadas en países centroamericanos revelan que gran cantidad de niños, niñas y adolescentes están huyendo a Estados Unidos –por la vía de México—más que para buscar trabajo, para evadirse de las pandillas que operan en sus países y que les hacen tomar la disyuntiva de integrarse a ellas o morir.
Por ello, en el cartel colocado en el “muro” que divide Juárez de El Paso, está escrito con letras gigantescas: “Immigrant Lives Matter” (“La vida de los inmigrantes es importante”), pues una gran cantidad de inmigrantes mueren en el intento de llegar al Norte y los menores deportados podrían enfrentar la venganza de las maras.
“Creo que el Santo Padre es un Papa valiente y está empujando en los puntos apropiados. El hecho de que haya decidió venir a la frontera no es algo al azar”, dijo Fernando García, director ejecutivo de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos. Y agregó: “Creo que el mensaje que nos trae, no sólo es un mensaje de esperanza, sino también una denuncia, sobre el trato que se da a los inmigrantes en este país (en Estados Unidos).” Una denuncia que –sin duda– va a resonar mundialmente.