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Indígenas, marginados y menospreciados. Un reto para la Iglesia en México

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Gilberto Hernández García - El Observador - publicado el 05/02/16

En algunos casos, la opción preferencial por los pobres resta mucho de hacerse realidad, dice el obispo de Las Casas

De acuerdo al Censo de Población y Vivienda 2010, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México hay una población de 15.7 millones de indígenas: existen poco más de 11 millones que viven en un hogar indígena, es decir, donde el jefe o la jefa del hogar, su cónyuge y/o alguno de los ascendientes declaró ser hablante de lengua indígena. De esos 15.7 millones, 6.6 millones son hablantes de alguna de las 68 lenguas originarias que hay en el país; y 9.1 millones no hablan lengua indígena.

Chiapas es uno de los estados con mayor población indígena, después de Oaxaca, con más de un millón y medio. La mayoría de las lenguas que en el estado se hablan, Tzeltal, tzotzil, Chol, Tojolabal, son de origen mayense, además del zoque. El Tzeltal y el tzotzil ocupan el 6° y 7° lugar entre las lenguas indígenas más habladas en el país, con más de medio millón de hablantes cada una.

Marginación y pobreza extrema

Sin embargo, tristemente, hay un rasgo común que hermana a todos los pueblos originarios de México: la marginación y la exclusión social. Según datos del CONEVAL, de los 339 municipios que en el año 2010 tenían porcentajes de pobreza igual o mayor al 50%, 271 municipios eran municipios indígenas.

Las zonas en las que están enclavadas las comunidades indígenas, concretamente de Chiapas, entran en la categoría de muy alta o alta marginación. De los 10 municipios con mayor porcentaje de pobreza, 6 están en Chiapas, todos con mayoría de población indígena. 3 de esos municipios son catalogados en situación de pobreza extrema. El municipio con el mayor número absoluto de pobres también está en Chipas: Ocosingo, con cerca de 150 mil personas que padecen pobreza; la abrumadora mayoría son indígenas. Pero en la lista de los 10 municipios con más pobres en números absolutos están otros dos chiapanecos: Chilón y Las Margaritas, también con alta presencia indígena.

La población hablante de lengua indígena en Chiapas se ubica en todo el territorio, aunque preferentemente en las regiones Altos, Selva y Norte del estado donde se concentran los hablantes de las principales lenguas indígenas y son municipios eminentemente y predominantemente indígenas, mientras que en la parte sur la población hablante se encuentra dispersa.

Avances, pero no suficientes

En palabras de Don Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, aunque en el discurso oficial del Gobierno se resalta la defensa de los derechos de los pueblos originarios, no siempre se les atiende como ellos necesitan. “Muchas veces son utilizados con fines propagandísticos y electoreros. Es verdad que se han promovido obras de infraestructura, como carreteras, electrificación, agua entubada, piso firme en las casas que lo tenían de tierra, escuelas, etc.; pero es tan grave el rezago en que está la mayoría de las comunidades indígenas, que todavía falta mucho para que tengan una vida digna”.

Concretamente en el territorio de la diócesis sancristobalense, donde estará el Papa Francisco el 15 de febrero de este año, monseñor Arizmendi constata una serie de situaciones que no favorecen a las comunidades indígenas: “ha ido en aumento la migración, también hacia Estados Unidos; es más rentable comprar maíz que sembrarlo y se abandona el campo. El precio del café es inestable y la tentación del narcotráfico es grande. Por la migración, por la influencia de los medios de comunicación -que llegan hasta los últimos rincones- se pierde la propia cultura, están en riesgo de extinción varios idiomas originarios y las costumbres comunitarias van desapareciendo. La llamada globalización no respeta culturas. Los jóvenes indígenas ya no aprecian las tradiciones de sus mayores; no les importan los acuerdos de la asamblea; no comprenden ni siguen los ritos tradicionales. Sigue vigente el racismo contra ellos. Todavía persiste la marginación de la mujer”.

Sin embargo, afirma el prelado, “ha habido una fuerte emergencia que les ha dado mayor seguridad en su propia cultura. En algunos casos, como explicable reacción al desprecio que han sufrido, ellos a su vez menosprecian lo mestizo y quieren conservar lo tradicional. Cada día ocupan más lugares en la sociedad y en la Iglesia. Muchos acceden a las universidades y a cargos políticos. Conocen y defienden más sus derechos. Se hace un gran esfuerzo por preservar sus idiomas”.

La Iglesia en el caminar de los pueblos indios

Respecto al acompañamiento que la Iglesia católica ha dado a los pueblos indígenas en México el obispo señala que “hay un esfuerzo por incrementar la pastoral indígena pero con resultados variables; en algunas partes, casi ni se le quiere nombrar, como si no hubiera indígenas que requieren una atención particular. En algunos casos, la opción preferencial por los pobres resta mucho de hacerse realidad”.

Arizmendi Esquivel valora el impulso que Aparecida dio a la pastoral indígena, “aunque no en todas partes se le toma en cuenta. Hay todavía agentes de pastoral que ignoran y menosprecian las culturas y las personas indígenas. Se han incrementado las vocaciones consagradas y sacerdotales indígenas, y en algunos Seminarios se hacen esfuerzos porque no pierdan sus raíces. Hemos avanzando en la traducción bíblica y litúrgica del náhuatl, que hablan más de millón y medio de mexicanos, y que fue el idioma que habló la Virgen de Guadalupe”.

El también presidente de la Dimensión de Cultura del Episcopado Mexicano, sostiene que los pueblos indígenas, como los pobres en general, tienen hambre de Dios. “Si las diócesis no les ofrecen el alimento de la Palabra de Dios y de los sacramentos, se van tras quienes les ofrecen algo de Dios. Mucho tiempo, nosotros estuvimos muy centrados en el sacerdote y la religiosa; y como éstos son escasos, no atendimos suficientemente a los pueblos; sin atención nuestra, llegaron otros, con muchos recursos económicos procedentes del extranjero, y se fueron”. El obispo asevera que actualmente, el proceso de deserción, en Chiapas, ha disminuido. Según el censo del INEGI, de 1980 a 1990, un 9% dejaron de ser católicos. De 1990 a 2000, sólo el 3% cambió de religión. “Todavía sigue habiendo cambios, pero también se dan casos de regreso a la Iglesia Católica”.

Retos y caminos

El titular de la diócesis de San Cristóbal señala que de parte de la Iglesia católica en el país aún hay una deuda histórica con estos pueblos: De las más de 60 etnias reconocidas en México, casi ninguna cuenta con una traducción católica, aprobada por la Conferencia Episcopal, de la Sagrada Escritura. «Sólo se tiene la Biblia en tzeltal de Chiapas, una parte en maya de Yucatán y algunos esfuerzos aislados. Deberíamos hacer un esfuerzo mayor por que gocen de este derecho. Y luego, hacer las traducciones litúrgicas, conforme a las normas de la Iglesia. Este es un punto básico de arranque. Mientras no le demos atención a esto, como se pide en Aparecida, seguiremos estando en grave deuda de justicia con los pueblos indígenas».

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