Experiencia en EE.UU.: “Hay una necesidad real de tener la posibilidad de reunirse con un cura. La gente busca mejorar sus vidas y su relación con el Señor y con la Iglesia”El pasado 6 de enero, una parroquia de Connecticut (EE.UU.) organizó un evento en apariencia simple: el párroco invitó a toda persona interesada a venir y hablar con él, con un sacerdote, sin cita, sin justificaciones.
“¿Quieres hablar con un sacerdote?”, sugería el anuncio. “Estamos aquí para ti. Todo el mundo es bienvenido”. El anuncio indicaba también la dirección de la iglesia católica de Saint-Matthieu en Norwalk, además de los horarios en los que el hombre de Iglesia estaría disponible, siempre respetando una total confidencialidad. La primera impresión, que se trata de una buena manera de empezar el año de la Misericordia.
Pero el desenlace parece haber sorprendido a todo el mundo. Según el mismo sacerdote, el resultado ha sido “increíble”. El día después del acontecimiento, Mons. Walter Orlowski publicó el siguiente mensaje en la página de Facebook de la parroquia:
“La jornada de ayer fue increíble. Todos los huecos del horario estaban repletos, con personas de todas las edades. Vinieron familias enteras a hablar de los temas más diversos y variados. Hay una necesidad real de tener la posibilidad de reunirse con un cura. La gente busca mejorar sus vidas y su relación con el Señor y con la Iglesia”.
Desde Aleteia, curiosos por saber más, nos pusimos en contacto con la parroquia. Mons. Orlowski ha tenido la amabilidad de responder a unas pocas preguntas.
Aleteia: ¿De dónde viene esta idea? ¿Por qué decidió usted organizar algo así?
Mons. Walter Orlowski: Es sólo una idea que tuve mientras pensaba en formas de llegar a más personas, de hacer que la Iglesia fuera más personal, más acogedora. Desde nuestro sínodo diocesano buscamos maneras de revitalizar la Iglesia.
¿Cuánto tiempo ha invertido en la organización?
No mucho. Hablé de ello durante la misa de un domingo. Al día siguiente, lo anunciamos en las redes sociales y publicamos un anuncio en un periódico local. Mi intención era que la gente viniera y se sintiera a gusto, sabiendo que era un encuentro confidencial con un sacerdote que está ahí para escuchar.
¿Cómo describiría el resultado?
El resultado ha sido absolutamente positivo. Ha sido increíble. Adolescentes, personas mayores, solteros, parejas… No conocía a ninguna de estas personas, a excepción de una. Fue formidable dialogar con ellos por primera vez. Algunos incluso venían desde otros estados.
¿Piensa repetir la experiencia?
Sin duda. Pero me gustaría que esta vez durara un día entero.
¿Qué diría a aquellos que quisieran imitar su iniciativa?
¡Que adelante! Las personas buscan ayuda en su camino a través de Cristo. El sacerdote de la parroquia tiene una relación única con sus fieles. Vive con ellos día tras día. Las personas observan y escuchan, luego toman sus decisiones en relación a tu recibimiento, a tu accesibilidad como párroco. Y cuando vienen, es un privilegio que llevo con humildad.
Este espíritu pareció haber colmado la homilía de la celebración del Bautismo del Señor, al domingo siguiente en la parroquia de Mons. Orlowski:
«¿Quién puede ser salvado? He aquí la respuesta a esta pregunta: todos nosotros podemos ser salvados si hacemos como Cristo. Hoy celebramos el Bautismo del Señor. Podéis preguntaros: “¿Por qué debía ser bautizado Jesús? Él nació sin pecado. Es el hijo de Dios”. La respuesta, simplemente, es que Él quería hacer como nosotros. Él acogió a todo el mundo. A mujeres y a hombres. A buenos y a menos buenos. Es Cristo quien perdonó al pecador. Es Cristo quien vivió con compasión. Nosotros debemos hacer lo mismo».