En una homilía en Santa Marta, afirma que si el pastor no reza, el pueblo sufre
El deber del obispo, del pastor, es el de rezar y anunciar la Resurrección de Jesús; si él no reza y no anuncia el Evangelio sino que se ocupa de otras cosas, la Iglesia se debilita y el Pueblo de Dios sufre. Es lo que ha afirmado el Papa en la Misa del 22 de enero de 2016 celebrada en la Casa Santa Marta del Vaticano.
El Evangelio del día (Mc 3, 13-19) relata la elección de los Doce Apóstoles por parte de Jesús: los elige “para que estén con Él y para mandarlos a predicar con el poder de aplastar los demonios”.
Los Doce, afirma Francisco, “son los primeros obispos”. Después de la muerte de Judas, se elige a Matías: es la “primera ordenación episcopal de la Iglesia”.

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“Los obispos son columnas de la Iglesia”, llamados a ser testigos de la Resurrección de Jesús:
“Nosotros, los obispos, tenemos esta responsabilidad de ser testigos: testigos de que el Señor Jesús está vivo, que el Señor Jesús ha resucitado, que el Señor Jesús camina con nosotros, que el Señor Jesús nos salva, que el Señor Jesús ha dado su vida por nosotros, que el Señor Jesús es nuestra esperanza, que el Señor Jesús nos acoge y nos perdona siempre.
El testimonio. Nuestra vida debe ser eso: el testimonio. Un verdadero testimonio de la Resurrección de Cristo”.
Los pastores, prosiguió el Papa, tienen dos deberes:
“El primer deber como obispo es estar con Jesús en la oración. El primer deber no es hacer planes pastorales… ¡no, no! Rezar: este es el primer deber.
El segundo deber es ser testimonio, es decir predicar. Predicar la salvación que el Señor Jesús nos ha traído.
Dos deberes no fáciles, pero son los que hacen fuertes las columnas de la Iglesia.
Si estas columnas se debilitan porque el obispo no reza o reza poco, se olvida de rezar, o porque el obispo no anuncia el Evangelio, se ocupa de otras cosas, la Iglesia también se debilita, sufre. El Pueblo de Dios sufre. Porque las columnas son débiles”.
Reza de corazón por tu pastor
“La Iglesia sin obispo no camina”, concluye el Papa.
Por esto “la oración de todos nosotros por nuestros obispos es una obligación, pero una obligación de amor, una obligación de los hijos con respecto al Padre, una obligación de hermanos para que la familia permanezca unida en la confesión de Jesucristo, vivo y resucitado”.
“Por esto, quisiera invitarles a rezar por nosotros, los obispos. Porque también nosotros somos pecadores, también nosotros tenemos debilidades, también nosotros tenemos el peligro de Judas, él también fue elegido como columna».
«También nosotros corremos el peligro de no rezar, de hacer cualquier cosa que no sea anunciar el Evangelio y aplastar demonios… Rezad para que los obispos sean los que Jesús quería, que todos nosotros demos testimonio de la Resurrección de Jesús».
«El pueblo de Dios reza por los obispos. En cada Misa se reza por los obispos, se reza por Pedro, la cabeza del colegio episcopal, y se reza por el obispo del lugar».
«Pero esto es poco: se dice el nombre y muchas veces se hace por costumbre y se sigue adelante. Rezar por el obispo con el corazón. Pedir al Señor:
‘Señor, cuida a mi obispo, cuida a todos los obispos,
y mándanos obispos que sean verdaderos testigos,
obispos que recen, obispos que nos ayuden, con su predicación,
a entender el Evangelio, a estar seguros de que Tú, Señor, estás vivo,
estás entre nosotros”.

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