El pelo comenzó a caerComenzó a caer.
Como si estuviera pegado con el pegamento que se usaba en la escuela, ese amarillo. Pasé el cepillo y cayó.
Fue un segundo. Temblé toda. Un escalofrío de la cabeza al estómago…No sé explicarlo bien. Sentí que algo se desprendía pero no quería mirar. Yo sabía que, la sensación extraña cuando pasé el cepillo, no era sólo una sensación. Bajé los ojos, no quería verme en el espejo, no tenía valor… y miré el tapete. Cayó.
La primera mecha cayó, como la confirmación más que confirmada, de todo lo que ya sabes pero hasta ese día parece una verdad a medias… o una media mentira.
Es un golpe. Es una gran agresión al ser mujer… Hay muchos segundos como este, que apetece tanto, con todas la fuerzas, tirar abajo. ¡Tanto! Quitar, dejar caer…
Muchos segundos. Segundos después, dicen, lo más importante es no cortarme por dentro, no dejarnos cortar el alma.
Es el tiempo de llenarme de los míos, de amor y actuar. Seguir, levantar la cabeza con o sin pelo y, por más que duela, seguir adelante.
Este a su debido tiempo, vuelve a crecer. Ahí, donde las olas del mar ganan fuerza y renacen todos los días.
Que podamos juntas enfrentar con fuerza, paz, esperanza y amor todos los pasos de este camino.
Soy cada una de ustedes.
Confía.
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