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Qué hacer cuando tu hijo muere antes de nacer

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Aleteia Team - publicado el 15/01/16
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6 actitudes que te ayudarán a aceptar lo ocurrido y mirar adelante

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¿Has acogido una vida dentro de ti o te has ilusionado con la idea de ser padre o madre, pero tu hijo ha muerto antes de que hayas podido acunarlo? No es un momento fácil. Te ofrecemos algunas propuestas para afrontar esta experiencia.

Comprende lo ocurrido: Algunas personas intentarán animarte con el típico “No pasa nada”. Es verdad, no se acaba el mundo, pero “algo” ha pasado: tu hijo ha muerto, y reconocer esta realidad es el primer paso para aceptarla y afrontarla. Cuando todo el mundo actúa como si nada hubiera pasado y ese pequeño que se fue existe sólo para ti, se acentúa la soledad y el sufrimiento.

Exprésate: Dialogar, llorar, escribir sobre lo que estás viviendo, compartirlo con otras personas, cantar, pintar, puede resultar muy liberador y aportarte luz. Como en cualquier otro duelo. Es posible que cuando decidas exteriorizar lo que vives, no te sientas escuchado/a o incluso percibas rechazo: no hables con cualquiera, selecciona bien la persona a la que le abres tu corazón.

Ten paciencia: Contigo mismo/a, con tu pareja y con los demás. Superar la pérdida es un proceso, con sus avances y sus retrocesos, que lleva tiempo. Respeta tus ritmos y confía en que en un futuro más o menos lejano te sentirás mejor y tendrás perspectiva para ver lo que ha ocurrido e incluso aprender y madurar con ello. Si te cuesta vivir con paz en estos momentos, puedes pedirlo como gracia especial en la oración.

Déjate querer, físicamente -si por ejemplo te han hecho un legrado, o has tenido un parto, deberás guardar reposo- y psicológicamente –acoge las expresiones de cariño, los buenos consejos,… En los momentos en que te afecta especialmente la pérdida te puede ayudar muchísimo la cercanía de la familia, los amigos y quizás un profesional o un sacerdote.

Recuerda: Pasado el shock inicial, todo va volviendo a la calma, pero los sentimientos quizás resurgen en determinados momentos, como al ver un niño que tendría su edad, al acercarse la fecha del parto, en Navidad,… Aprovéchalos para que no se te olvide esta experiencia ni que tienes un hijo aunque no esté a tu lado. Puedes hacer algún ritual de duelo –individual o colectivo-, encender una vela, celebrar su cumpleaños, ponerle un nombre (si no lo habías hecho ya) y dirigirte personalmente a él, pedirle que te ayude desde el cielo,…

Acepta y mira adelante: Para ello puede ayudar despedirte de tu hijo (existen ritos de despedida, puedes escribirle una carta,…) y darle las cosas que no ha tenido (algo que le represente y que puedas llevar puesto o guardar en tu casa, por ejemplo un muñeco de peluche).

Ponle voluntad, pero reconoce humildemente que esta parte no siempre depende tanto de uno/a mismo/a. Apóyate en tus seres queridos, participa en grupos que te ayuden (los hay incluso específicos de personas que han perdido un hijo antes de nacer), y…

¿Has oído hablar de Dios? Es un buen momento para recurrir a Él. Si tienes fe –o quieres tenerla- puedes entregar a tu hijo a Dios a través de una oración o celebrar una misa por él, y también rezar y acudir a los sacramentos.

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