Cuando me pregunto a dónde tengo que seguir caminando, las estrellas marcan el rumboLa vida está llena de misterios. Hay muchos secretos que sólo descubriremos cuando lleguemos al cielo. ¡Hay tantas preguntas para las que no encontramos respuestas! Y tal vez muchas de ellas en la vida eterna dejen de ser tan importantes.
En ocasiones me veo queriendo saberlo todo, deseando conocerlo todo. El pasado, el presente y el futuro. El mío propio y el de los que me rodean. Me gustaría desvelar todos los secretos. Conocer todas las informaciones.
Es un ingenuo afán por querer saberlo todo. Es una fuerza interior que me lleva a querer desentrañar todos los misterios de la vida. Para que todo esté claro. Para saber a qué atenerme. Para desvelar secretos ocultos.
¡Qué común es este deseo! ¿Por qué nos empeñamos en querer saberlo todo? Lo que ya ha sucedido. Lo que está por venir. Creo que el saber es un poder muy atractivo. Tener información nos hace poderosos ante los demás.
Me encuentro con muchas personas que disfrutan poseyendo informaciones que los demás desconocen. O descubriendo verdades sobre otras personas que el mundo ignora. El morbo del escándalo. Ese deseo insano de querer saberlo todo de los demás.
Conocer el futuro antes de que ocurra. Desvelar misterios y hacer así que la magia desaparezca. ¿Por qué no nos asombramos sencillamente ante los misterios de la vida sin querer resolverlos? No quiero tener respuestas a todas las preguntas.
No quiero manejar tanta información que no sepa hacer buen uso de ella. Es un poder demasiado peligroso en nuestras manos pobres.
Con el paso de la vida llegará un momento en el que no tenga el poder de la información. El tiempo se encargará de ello. Y me costará no ser tomado en cuenta por mis conocimientos. Me dolerá no poseer la última noticia, la que nadie conoce. No ser capaz de desvelar los misterios más interesantes.
Quiero aprender a vivir la vida con sus luces y sombras. Con sus muchas oscuridades. Asombrado, sorprendido. Hay mucha noche en el camino. Quiero aprender a vivir descifrando signos. Buscando luz en las estrellas del cielo. En realidad, es la misión que tenemos por el hecho de ser cristianos.
Dios se esconde en los pequeños signos que la vida nos oculta. Allí está su amor. Su presencia silenciosa. Allí nos abraza y guía. No nos da todas las respuestas. No hace lógica nuestra vida. Simplemente nos sostiene. A veces no notamos su presencia.
Los Reyes que venían de Oriente buscaban al rey de reyes en las sombras de la noche. Y eran las estrellas las portadoras de buenas noticias.
Me alegra mirar a esos sabios que levantaban la mirada al cielo buscando respuestas. Yo a veces me quedo mirando el suelo, o mi preocupación más pequeña y dejo de mirar las estrellas.
¿Hacia dónde tengo que seguir caminando? Las estrellas marcan el rumbo. Como las flechas amarillas en el camino de Santiago. Como las voces de Dios ocultas en los días de mi vida. Como sus huellas perdidas en las arenas de un desierto.
¿Cómo se descifran los signos de Dios en mi vida? No hay recetas para conocer el camino. Me gustaría poseer un manual de google para aprender a vivir. Algo así como unas instrucciones y muchos pasos que me indicaran la respuesta.
Pero la vida no se encierra en un manual, en un montón de reglas claras. En respuestas bien formuladas a todas mis preguntas. La vida no se vive siguiendo instrucciones.
Más bien la vida se vive empezando a andar. Dando el primer paso. Buscando entre las sombras un poco de luz. Cargados de incertidumbres, llenos de sueños. A oscuras, con la luz que brilla en el alma. Como esos sabios que dejaron de leer en los libros para vivir en el camino y desentrañar las sendas.
El Papa Francisco nos dice: “Los magos nos enseñan a no conformarnos con la mediocridad”. Me gusta esa mirada que se eleva y deja de mirar el suelo. Una mirada que no se conforma nunca, que no quiere llevar una vida mediocre.
Una persona rezaba: “Quiero deslizar mi mirada entre las hojas caídas del jardín. Entre las ramas secas. Desentrañando las sombras. Descubriendo luces nuevas ocultas. Me asusta cuando me aferro a mis sueños egoístas. ¡Tanta incertidumbre me desconcierta! ¡Tanto tiempo de espera para saber lo que Tú quieres! Sin certezas. Con pobres deseos. Dame un corazón nuevo. Un corazón capaz de amar la vida siempre. Allí donde me encuentre. Allí siempre me encuentras. Quiero soñar con lo que ahora no sueño. Quiero aceptar las cosas como vienen. Con alegría. Pase lo que pase”.
Me gustan esos pies valientes que se ponen en marcha y dejan de lado seguros y apegos. Me gusta esa mirada que no se centra en la pérdida, sino en lo que está por venir. Sin querer saberlo todo. Me gusta esa audacia para iniciar con asombro un camino tan desconocido.
Me alegraría tener un corazón así cada mañana. Un corazón que sueña y busca. Libre y valiente. Que mira las estrellas y se pone en camino. Dejándolo todo. Con las manos vacías. Sin temer las sombras del camino. Arriesgándolo todo.