Esta cinta documental se queda en una incómoda tierra de nadie que no llega a convencer
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Podríamos decir que un biopic es una aproximación a un personaje real sujeta, entre otras cosas, a los intereses artísticos de su director. Esto quiere decir que, ni la reciente Steve Jobs (Danny Boyle, 2015) ni la anterior Jobs (Joshua Michael Stern, 2013) son absolutamente certeras a la hora de describir al creador de Apple. Ni siquiera un documental, como es el caso de Steve Jobs. The Man in the Machine (Alex Gibney, 2015), puede ofrecer la garantía de que lo que está contando es fiel a la realidad. Son puntos de vista diferentes, todos legítimos, otra cosa es que sean mejores o peores películas.
Según la prensa especializada, la recién estrenada, Steve Jobs, es la mejor película sobre este personaje. Las críticas sobre el filme han sido entusiastas. También parecen estar de acuerdo los críticos de cine en que la peor de las tres es Jobs. Por otra parte, el documental Steve Jobs. The Man in the Machine se queda en una incómoda tierra de nadie que no llegó a convencer, aunque tampoco supuso un disgusto mayúsculo. Se ha dicho del largometraje de Alex Gibney que al final uno no termina con una idea clara de qué es lo que se la ha querido proponer con este esforzado documento cinematográfico. Es cierto que en muchos sentidos la película empieza como termina, ¿qué hizo al mundo llorar la muerte de Steve Jobs? Nada claro queda al respecto al final del metraje.
El documental lo dirige Alex Gibney, un reputado documentalista norteamericano considerado por muchos como el mejor en su materia, con una extensa carrera de más de una treintena de trabajos. Si en algo destaca Gibney, es en que no tiene pelos en la lengua. Esto aunque puede ser bueno, no significa que en su discurso esté diciendo la verdad, aunque siempre es bien recibida ese tipo de frescura. Su último trabajo aún pendiente de estreno, Going Clear: Scientology and the Prison of Belief (2015) sobre la Iglesia de la Cienciología ha levantado heridas como ocurrió con We Steal Secrets: La historia de Wikileaks (2013) que no dejó títere con cabeza.
En este sentido, Steve Jobs. The Man in the Machine sí que nos propone algo. Nos ofrece una mirada nada complaciente del cofundador de Appel. Para Gibney si Jobs llegó hasta donde llegó no fue solo gracias a su genio informático o a su capacidad de iniciativa, su osadía o su valentía empresarial, sino que estafó unos cientos de dólares a su colega -y cofundador de Appel- Stephen Wozniak al inicio de su carrera y hacia el final de sus días su empresa fue investigada por evadir impuestas con empresas fantasmas en Irlanda. Imagínense lo que pudo haber en el medio.
Pese a sus excesivos 120 minutos Steve Jobs. The Man in the Machine se deja ver con facilidad. Gibeny está en una línea muy diferente a la de otros documentalistas que hace unos años se ponían delante de la cámara y parecía que importaban más ellos que la historia que estaban contando (Michael Moore, Morgan Spurlock, etc…). Gibney realiza una obra mucho más clásica, más lineal, pero también más fácil de comprender.
Al final la idea que queda es que Steve Jobs y toda la parafernalia que rodeó a este hombre supuso y supone una desmesurada oda al materialismo. Según parece decirnos Gibney, Jobs, nunca fue trigo limpio, aunque él se vendiera como una persona ejemplar que vestía con vaqueros y zapatillas de deporte. Había un monstruo detrás de él, un monstruo cibernético, material, abstracto y terrible. La impresión que queda es que Steve Jobs logró el éxito pero perdió su alma obsesionado por la fragilidad de lo material sin percatarse de que lo verdaderamente frágil era su propia persona.