Tenemos todo un año para tocar la misericordia, creemos que sí, que esta vez vamos a ir más rápido, vamos a lograr todos nuestros sueños, vamos a esforzarnosHa acabado el año y ha comenzado un nuevo año. El corazón se calma y agradece. Le doy gracias a Dios por todo lo vivido. Hoy pensaba en las palabras que han definido mi año. ¿Podría hacer una lista de estas palabras sagradas? Serían muchas. Es mi oración del año.
¿Cómo me ha hablado Dios en este año que ha terminado? ¿En qué momentos me ha hablado? ¿Cuáles son las palabras que Dios pronuncia y que hacen vibrar mi alma?
Y en mi relación conyugal, de amigos, en mi comunidad, con Dios, ¿qué palabras uso con las personas a las que quiero? Hoy se las quiero decir a Jesús en el pesebre. Le agradezco por su voz en mi vida.
Me gusta pasar por el umbral del corazón de María al comenzar el año. Es sentir su abrazo y su bendición porque quiere que mi año esté marcado por su presencia. Me gusta entrar en el corazón de María y escuchar la bendición de Dios: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”.
Me gustan esas palabras y saber que Dios ilumina su rostro sobre mí y me muestra el camino y me da su paz.
Una persona rezaba: “Acabo el año, miro hacia atrás. Jesús, te doy gracias. Sueño con el cielo en la tierra. Sueño con la plenitud que no poseo. Me encuentro tan lejos. Si supiera amar como Tú amas. Si lograra hacer una mínima parte de lo que anhelo. Temo conformarme con lo logrado. Temo estancarme y no aspirar a las cumbres. Me da miedo permanecer pasivo en mi comodidad. Dame vida, Jesús. Quieres nacer en mí de nuevo. Eso me da esperanza”.
Comienza un año nuevo lleno de propósitos. Acaba un año lleno de logros y fracasos. El atardecer de un año. El amanecer de un nuevo año. Todo escrito en los meses que acaban. Todo por escribir en las páginas en blanco con el que comenzamos a caminar.
¿Cuáles son las primeras palabras que escribo? Se me llena el alma de buenos deseos. Tal vez nos pasa a todos que creemos que sí, que esta vez vamos a ir más rápido, vamos a lograr todos nuestros sueños, vamos a esforzarnos por alcanzar lo que anhelamos. Puede ser.
El corazón desea siempre más, no se conforma. Eso me alegra. Me gustaría tener un corazón siempre atento, siempre dispuesto a luchar, a correr, a navegar.
Pongo sobre el altar mis buenos propósitos y deseos. Todo un año para tocar la misericordia en mi vida, para entregar misericordia, para vivir la gratuidad del amor de Dios. Es un don al comenzar este nuevo año.
El corazón se alegra como los niños ante lo nuevo que se me regala. Pienso en cómo quiero plasmar este año que comienza. Mis sueños, mis anhelos, ¿cuáles son? ¿Dónde puedo dar más, entregar más, ser más fiel?