En todo el país se ha esparcido la pregunta sobre dónde ocurrirá el siguiente atentado terrorista
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Este año 2015 cierra en Estados Unidos con una –fundada– psicósis de seguridad en diferntes templos, mezquitas y sinagogas de todo el país. Lejos de enfocarse en la adoración o la alabanza, los fieles y los encargados de los lugares de oración están comenzando a pensar en estrategias para defenderse y evitar ser atacados por radicales de varia procedencia.
La seguridad es primero
Desde el tiroteo de un hombre blanco frente a una histórica iglesia de la comunidad negra (la Emanuel African Methodist Episcopal Church) en Charleston, Carolina del Sur, el mes de junio de 2015, hasta los trágicos acontecimientos de San Bernardino, California, el pasado 2 de diciembre (14 fallecidos, 21 heridos en un centro social para discpacitados), las congregaciones religiosas estadunidenses están concentradas –como nunca antes—en la seguridad de los fieles.
En Birmingham, Alabama, por ejemplo, una iglesia presibeteriana está buscando contratar a su propio sistema de seguridad interna, mientras los musulmanes de todo el territorio están acercándose a las fuerzas policiacas para defender sus mezquitas del furor de los ataques de los extremistas anti-islam. Y la Agencia Federal de Manejo de Emergencias en EE UU ha echado a andar un programa para defender a las congregaciones religiosas de todo tipo de ataques, incluyendo tiroteos con armas de asalto.
El año que vivimos en peligro
Los ataques de París y San Bernardino –realizados, presuntamente, por radicales musulmanes—así como la retórica de campaña del precandidato republicano a la presidencia de Estados Unidos en 2016 Donald Trump en contra de los muslmanes, ha hecho que el Consejo de Relaciones Americanas-Islámicas califique este año de 2015 como el peor de todos los años en las mezquitas del país.
Datos preliminares de diversas organizaciones defensoras de los derechos civiles en EE UU reportan 71 casos de vandalismo, hostigamiento y extorsión en contra de centro de oración musulmanes; de éstos, 29 han ocurrido después del “viernes negro” (13 de noviembre) en París.
Desde luego, desde el movimiento de los derechos civiles en los años sesenta del siglo pasado hasta nuestros días, las congregaciones afroamericanas han sido las más atacadas por los radicales de extrema derecha, aunque, en verdad, todas las demás confesiones religiosas del país han sufrido ataques.
Recuento de daños
Una lista muy apretada da idea de la variedad de los radicales. En 2007, en Colorado Springs (Colorado), un hombre joven asesinó a dos personas en un ministerio evangélico y a dos más en la New Life Church del mismo lugar.
En 2012 un supremacista blanco mató a seis personas en un templo Sikh en Oak Creek, Wisconsin, mientras que en 2014 otra persona blanca supremacista asesinó a tres personas en un centro comunitario y casa de retiro judío en los subrurbios de Kansas City.
En todo el país se ha esparcido la pregunta sobre dónde ocurrirá el siguiente atentado terrorista. Y las confesiones religiosas, con justa razón, se sienten en la mira, sobre todo de los radicales, sean de la confesión que sean.
Muchos de ellos, la mayoría, matan en nombre de un dios de sangre, que nada tiene que ver con el Dios verdadero.