Algunos lo llaman el “Espíritu de la Navidad”, yo prefiero llegar a la fuenteTodos años, para estas fechas veo la felicidad en cientos de rostros. Las personas agitadas, apuradas, quieren tener todo en casa listo para la cena de Navidad. Y a pesar de estos apuros, de los tranques vehiculares, una alegría contagiosa se les desborda.
Es la Navidad.
Me encanta esta época tan hermosa. Sale lo mejor de nosotros. Compartimos. Saludamos. Sonreímos. Perdonamos. Somos capaces de ser más solidarios que nunca.
Algunos lo llaman el “Espíritu de la Navidad”, yo prefiero llegar a la fuente, a quien nos da su gracia: “Es el gozo que experimentamos por la presencia de Dios entre nosotros”.
“El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia, cual la alegría en la siega…” (Is. 9, 1-2)
Su presencia lo es todo.
Esta Navidad quisiera que fuese inolvidable.
Recordar que es un don, una gracia que se nos da. Un pedacito de cielo que debemos compartir, con el más necesitado, no sólo de pan, sino de amor.