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El peligro de las sectas

lobo y cordero

Editora Cléofas - publicado el 10/12/15

¿La difusión de las sectas no nos cuestiona si se ha manifestado suficientemente el sentido de lo sagrado?

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Una secta (viene de sectario) es una disidencia o un grupo cerrado que considera que el mundo es corrupto, y pretende poseer la verdad como patrimonio suyo y solución para todos los problemas de la humanidad.

Los miembros de las sectas son generalmente sometidos a un régimen autoritario, impuesto por un líder “iluminado”, que les dificulta el sentido crítico. La multiplicación de las sectas en nuestros días se explica, en gran parte, por dos causas:

1. El individualismo subjetivista y relativista de la mentalidad moderna a partir de Martín Lutero (s. XVI).

2. La inseguridad del hombre contemporáneo, que siente angustia frente a la crisis de la sociedad y se cree feliz, cuando alguien, en nombre de un poder superior, lo acoge y le propone certezas y garantías (aunque estén fundamentadas en la fantasía).

Además de eso, parece haber intereses políticos extranjeros que fomentan el avance de las sectas (PR n. 417, 1997, p. 56). El documento de Santo Domingo (CELAM, 12/10/1992) expresó el peligro actual de las sectas:

“El problema de las sectas ha adquirido proporciones dramáticas y ha llegado a ser verdaderamente preocupante sobre todo por el creciente proselitismo”. (n. 139)

“Las sectas fundamentalistas son grupos religiosos que insisten en que sólo la fe en Jesucristo salva y que la única base de la fe es la Sagrada Escritura, interpretada de manera personal y fundamentalista, por lo tanto con exclusión de la Iglesia, y la insistencia en la proximidad del fin del mundo y del juicio próximo.

Se caracterizan por su afán proselitista mediante insistentes visitas domiciliarias, gran difusión de Biblias, revistas y libros; la presencia y ayuda oportunista en momentos críticos de la persona o de la familia y una gran capacidad técnica en el uso de los medios de comunicación social.

Cuentan con una poderosa ayuda financiera proveniente del extranjero y del diezmo que obligatoriamente tributan todos los adheridos.

Están marcados por un moralismo riguroso, por reuniones de oración con un culto participativo y emotivo, basado en la Biblia, y por su agresividad contra la Iglesia, valiéndose con frecuencia de la calumnia y de la dádiva.

Aunque su compromiso con lo temporal es débil, se orientan hacia la participación política encaminada a la toma del poder.

La presencia de estas sectas religiosas fundamentalistas en América Latina ha aumentado de manera extraordinaria desde Puebla hasta nuestros días” (n. 140)

Cabe distinguir varias corrientes o tipos de fenómeno:

Las formas paracristianas o semicristianas, como los Testigos de Jehová y los Mormones. Cada uno de esos movimientos tienen sus características, pero ambas manifiestan un proselitismo, un milenarismo y tienen rasgos organizativos empresariales.

Las formas esotéricas que buscan una iluminación especial y comparten conocimientos secretos y un ocultismo religioso. Es el caso de las corrientes espiritistas, Rosacruz, gnósticos, teósofos, etc.

Las filosofías y cultos con facetas orientales que rápidamente se están adaptando a nuestro continente (americano), tales como Hare Krishna, la Luz Divina, Ananda Marga, entre otros, que ofrecen un misticismo y una experiencia de comunión.

Los grupos derivados de las grandes religiones asiáticas, ya sea del budismo (Seicho-No-Ie, etc) del hinduísmo (yoga, etc.) o el islam (bahaísmo) que no sólo alcanzan a los migrantes de Asia, sino también plantan sus raíces en sectores de nuestra sociedad.

Las empresas socio-religiosas, como la secta Moon o la Nueva Acrópolis, que tienen objetivos ideológicos y políticos muy precisos, junto con expresiones religiosas, llevadas a cabo mediante medios de comunicación y campañas proselitistas, que cuentan con el apoyo o inspiración del primer mundo, y que religiosamente insisten en la conversión inmediata y las curaciones, es donde están las llamadas “iglesias electrónicas”.

Una multitud de centros de “curación divina” o atención a los malestares espirituales y físicos de la gente con problemas y a los pobres. Esos cultos terapéuticos atienden individualmente a sus clientes.

Frente a la multiplicidad de nuevos movimientos religiosos, con expresiones muy diversas entre sí, queremos centrar nuestra atención sobre las causas de su crecimiento y los desafíos pastorales que levantan.

Son muchas y variadas las causas que explican el interés que despiertan en algunos. Entre ellas se deben señalar:

La permanente y progresiva crisis social que suscita cierta angustia colectiva, la pérdida de identidad y el desarraigo de las personas.

La capacidad de estos movimientos para adaptarse a las circunstancias sociales y para satisfacer, momentáneamente, algunas necesidades de la población. En todo esto no deja de tener cierta presencia la curiosidad por la novedad.

El distanciamiento de la Iglesia de los sectores populares o pudientes que buscan nuevos canales de expresión religiosa, en los cuales no se debe descartar una evasión de los compromisos de la fe. Su habilidad para ofrecer aparentes soluciones a los deseos de “curación” por parte de los afligidos.

Nuestro mayor desafío está en evaluar la acción evangelizadora de la Iglesia y en determinar a qué ambientes humanos llega o no esa acción.

Cómo dar una respuesta adecuada a las preguntas que las personas se hacen sobre el sentido de su vida, sobre el sentido de la relación con Dios, en medio a la permanente y progresiva crisis social.

Adquirir un mayor conocimiento de las identidades y culturas de nuestros pueblos. (n. 141)

Al hablar a un grupo de obispos de Brasil, en visita ad limina apostolorum, el 5 de septiembre de 1995, en Roma, el papa Juan Pablo II subrayó el desafío de las sectas hoy para la Iglesia en América Latina.

Al referirse a las sectas, el papa dijo que en América Latina nos topamos “con el grave problema de las sectas, que se expanden, como una mancha de aceite, amenazando con derribar la estructura de la fe de muchos países (…)”.

América Latina es mayoritariamente católica, gracias a Dios, en vista de la colonización llevada a cabo por Portugal y España, dirigidos en su época por reyes católicos.

Es el mayor continente católico del mundo. Alrededor del 80% de los latinoamericanos son católicos; en Europa son el 60%, en Oceanía el 25%, en África el 15% y en Asia sólo el 5%.

Pero esta afortunada hegemonía católica, según el papa, está siendo amenazada por las sectas. Él reafirmó lo que ya había sido dicho en la carta encíclica Redemptoris missio:

“La expansión de estas sectas constituye una amenaza para la Iglesia católica (…)”. (RM, 50).

El papa dijo que en la Conferencia de Santo Domingo (octubre de 1992), quedó claro para los obispos su peligro:

El documento final describió con claridad y precisión a esas sectas y movimientos, mostrando sus características y modos de actuar, dejó claro los intereses políticos y económicos involucrados en su expansión en todo el continente (…). (cf. Conclusiones del IV CELAM, nn. 139-152)

Vemos, por lo tanto, que existen claros intereses políticos y económicos involucrados, cuyo objetivo es romper la hegemonía católica de América Latina, y transformarla, como dicen, en el mayor continente “ex católico” del mundo.

El CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana) presentó, en 1990, un documento elaborado por los protestantes, que muestra las estrategias para volver el mundo entero protestante.

Es el proyecto Amanecer, sagaz e inteligente, con 48 páginas, publicado por Jim Montgomery, gerente editor del Global Church Groth Bulletin y director de la Overseas Crusades, con sede en California. Amanecer tiene como subtítulo “Estrategias Evangélicas para la Toma Misionera del Mundo y de América Latina”.

En ese entonces, el CELAM alertó a los obispos diciendo:

“Es necesario que tomemos conciencia de la existencia de una estrategia evangélica bien diseñada para la toma misionera de América Latina, país por país (…). Lo único que importa, es crecer en número de fieles y templos”. (Revista Pergunte e Responderemos, n. 333, 1990, pp. 78-87. Libre traducción al español).

Por lo tanto, el papa no estaba exagerando cuando habló de “amenaza para la Iglesia católica”.

Al hablarles a los obispos (brasileños) en Roma, él señaló los puntos principales del ataque a la fe católica:

“Es notoria la intención, a veces virulenta, de estas sectas de minar las bases de la fe del pueblo, de manera especial en lo que respecta al culto del Ministerio Eucarístico y a la Santísima Virgen, a la estructura jerárquica de la Iglesia y al primado de Pedro, que perdura en la labor pastoral y universal del obispo de Roma, y a las expresiones de devoción popular”.

Llama la atención que el papa se refiriera a las sectas protestantes que se multiplican cada día. Y él cuestionó a los obispos sobre las razones de su crecimiento:

“¿La difusión de las sectas no nos cuestiona si se ha manifestado suficientemente el sentido de lo sagrado?”.

¿Qué quiso decir el papa con esta pregunta? ¿Será que los fieles católicos, se han ido a las sectas por falta de más espiritualidad en nuestras iglesias? F

alta el sentido de lo sagrado, que la gente tanto valora. Porque falta esa parte “sagrada” en nuestras iglesias, la gente la busca en templos protestantes.

Sabemos que durante muchos años, la Iglesia en Brasil y en toda América, a causa de la peligrosa “teología de la liberación”, de índole marxista, se enfoca mucho más en lo social, despreciando lo espiritual y dejando a la gente sin catequesis.

Ahora está pagando un precio alto. La gente no conoce la fe católica y es engañada fácilmente por los falsos profetas.

El papa también habló sobre eso a los obispos:

“Él (pueblo católico) quiere ver la Iglesia con sus características religiosas, (…) que despiertan la devoción y llevan a la oración, al recogimiento y a la contemplación del misterio de Dios (…)”.

“La gente quiere sentir en la música de vuestras iglesias el llamado a alabar a Dios, a la acción de gracias, a la plegaria humilde y confiada y se siente incómoda cuando esos cantos (la letra) llevan un mensaje político o puramente terrenal, y en su expresión musical no presentan la característica de la música religiosa, sino que son eminentemente profanos en el ritmo, la melodía y en los instrumentos de acompañamiento”.

“Que el ministerio de la Palabra (…) contenga siempre, de principio a fin, un mensaje espiritual. Es cierto que mucha gente no posee lo suficiente para calmar su propia hambre, pero normalmente, la gente tiene más hambre de Dios que del pan material, pues entiende que “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4). Ver a la Iglesia como Iglesia, y no simple promotora de una reforma social.

En esta misma línea, él habló a los sacerdotes:

“Vuestro pueblo, queridos hermanos en el episcopado, quiere ver a los sacerdotes como verdaderos ministros de Dios, incluso en su vestir y en su manera externa de proceder. Lo que los hombres quieren, esperan, es que el sacerdote con su testimonio de vida y con su palabra, les hable de Dios”.

Para enfrentar el “desafío” de las sectas y el secularismo, el papa propuso la Nueva Evangelización:

“La evangelización a la que la Iglesia está siendo llamada en este fin de milenio debe ser, como muchas veces he repetido, nueva en su fervor, sus métodos y su expresión”.

“No sería un cierto acomodo dejar de ir en busca de las ovejas perdidas? Al contrario de la parábola evangélica, no es una que otra que está perdida, sino una parte del rebaño”.

Y el papa da el remedio para que la Iglesia vaya en busca de esa “parte del rebaño” que se ha ido a las sectas:

“Eso muestra, queridos hermanos, que no basta llamar, convocar y esperar que las personas vengan. Como dice un lema de acción pastoral de una de vuestras diócesis, debéis ser ‘una Iglesia que va al encuentro de su Pueblo’. Debéis ser una Iglesia que busca a las personas, que las invite no solamente a través de los medios de comunicación, sino personalmente, de casa en casa, de calle en calle, en un trabajo permanente, respetuoso, y presente en todos los lugares y ambientes”.

Pero existen también entre nosotros muchas sectas de origen oriental o influenciadas por la Nueva Era. Éstas crecen, visiblemente, encima de la ignorancia religiosa de nuestro pueblo católico, fácilmente influenciable por nuevos vientos de doctrina.

Muchas razones facilitan el crecimiento de las sectas, especialmente los que me gustaría exponer a continuación:

El relativismo religioso que se vive hoy, donde las personas, por falta de formación catequética, piensan que pueden vivir la fe y la moral “a su manera”, sin necesitar de la enseñanza de la Iglesia.

La difícil situación del mundo actual lleva a las personas a buscar desesperadamente la solución a sus problemas en el campo sobrenatural, la gente es empujada a buscar la fe, pero muchas veces por caminos equivocados.

Secularismo: en pocas palabras puede ser expresado en lo que decía León XIII: “Dios fue expulsado de la vida pública”. Con ello el paganismo regresó a la sociedad, y ésta necesita volver a cristianizarse.

Materialismo reduccionista: para muchos hoy lo que interesa es sólo ganarse el pan, y se vive, como dijo el Papa Juan Pablo II, “como si Dios no existiera”.

Destrucción de la familia: que siempre fue la cuna primera y natural de la fe católica. Los padres ya no enseñan a sus hijos a rezar y no les enseñan la doctrina católica.

Exigencias morales del catolicismo: muchos prefieren seguir a las sectas porque éstas presentan una moral cómoda, no exigente como la Iglesia, especialmente en lo que se refiere al matrimonio, la separación, el divorcio, el control de la natalidad, etc.

Vaciamiento político de la fe: la politización de la fe, especialmente por parte de la teología de la liberación, dejó a la gente sin catequesis y valores espirituales: oración, adoración del Santísimo, sacramentos, rosario, etc. Sin el saludable misticismo el pueblo fue a buscar a Dios en las sectas.

Además de esas causas, se nota que existen factores que dan origen a las sectas, por parte de su fundador.

Muchas veces son personas que se consideran “iluminadas”, movidas por un fundamentalismo bíblico que desprecia la correcta exégesis (entendimiento de la Biblia) y la hermenéutica (interpretación de la Biblia), un cierto mesianismo (manía de salvador del mundo), autoritarismo, exhibicionismo, fuerte emotividad y, a veces, hasta chantaje.

Nuestro objetivo no es faltarle el respeto a la fe y a la libertad religiosa de las personas, sino informar a los católicos para que vivan coherentemente su fe.

Usamos como fuente de consulta el amplio material que don Estêvão Bettencourt, osb, publicó en la revista Pergunte e Responderemos, a lo largo de muchos años, al que estoy muy agradecido por autorizarme a usar libremente sus escritos.

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