NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 13 AÑOS – El lenguaje y las escenas de contenido violento o sexual pueden herir la sensibilidad
Ante todo que nadie se escandalice. Krampus. Maldita Navidad no es en ningún caso una blasfemia más bien al contrario. La película de Michael Dougherty nos cuenta la historia de Max, un niño que vive en el seno de una familia tipo americana que tiene que gestionar de la mejor manera posible cómo digerir a sus parientes ruidosos, zafios y maleducados. Max le pide a Santa Claus para Nochebuena que todos se lleven mejor y que a todos les vaya un poco mejor pero sus primos le tienen preparada una broma pesada y lo humillan leyendo su carta en público. En ese momento Max pierde la esperanza en la Navidad y rompe su carta. Aquí empiezan los problemas.
Krampus es una vieja leyenda de los países alpinos que se ha extendido con moderada intensidad por media Europa. Según la tradición, el 5 de diciembre Krampus merodeaba las calles en busca de niños que se habían portado mal. O sea, un hombre del saco navideño. Sin embargo, el origen pagano y su apariencia demoniaca propiciaron que el personaje fuera defenestrado y hasta prohibido por algunas religiones cuando en realidad no es más que un cuento de terror para niños, un inofensivo coco pensado para asustar a los más pequeños.
Con esta inofensiva idea en la cabeza Michael Dougherty ha diseñado su película. Autor de otra maravilla del cine de terror sin complejos, Truco o trato, Krampus hay que verla como un divertimento de género que no pretende escandalizar a nadie. Muy al contrario, el film de Dougherty viene a ser algo así como un cruce entre Gremlins y Bitelchús, una comedia de terror anárquica con notables dosis de mala uva solo apta para estómagos curtidos en esto del cine de terror. Así, es muy probable que Krampus exaspere a ese sector del público adulto que ha ido a verla sin saber muy bien a dónde se metía al mismo tiempo que la otra mitad, que sí sabía lo que iba a ver, se lo pase como nunca al tiempo que los más mozos es fácil que esa noche tengan pesadillas.
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Krampus antes que una película de terror, antes incluso que una comedia, es una cinta de cine fantástico. Sin concesiones ni remilgos Dougherty no se preocupa sobre si esto o aquello resultara verosímil o realista, como ya ocurría en Truco o trato, el director apuesta por el género con todas las consecuencias. Esto implica que no se nos den muchas explicaciones sobre porqué ocurre lo que ocurre y cómo es posible que si existe Krampus, alguien no se haya percatado ya de que en determinadas fechas pasan cosas raras. Todo eso da igual, Krampus es pura diversión fantastique, con un generoso abanico de criaturas y muñecos inertes que de pronto toman vida y la toman violentamente contra el respetable. Hacía tiempo que no veíamos una película tan desprejuiciada y divertida como la firmada por Dougherty.
No hay nada que temerle a Krampus. Es un cine divertido para adultos pero también para jóvenes con ganas de experimentar con la adrenalina. Si los que ahora tenemos cuarenta años sufrimos pesadillas cuando vimos Gremlins algo así les espera a los de esta generación que se atrevan con esta película aunque eso sí, si una gota de sangre, dato curioso cuya siniestra respuesta podremos contemplar en el último y magnífico plano de Krampus.