El clásico de Saint Exupéry para los niños, muy recomendable para los adultos
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Puede que El principito de Mark Osborn sea una obra maestra. Puede. Siempre me ha dado miedo afirmar semejante cosa. Una obra maestra es mucha tela pero creo que la película de Osborn por lo menos contiene los ingredientes necesarios para configurar una película única.
El principito es un relato corto obra del escritor y aviador Antoine de Saint-Exupéry y es el libro francés más leído y traducido de la historia. Su popularidad, no obstante, no ha evitado que el libro haya sido un gran desconocido para el cine. Estrictamente, la obra de Saint-Exupéry solo fue llevada al cine en 1974 cuando un valiente llamado Stanley Donnen (director de Cantando bajo la lluvia) dirigió una película titulada El pequeño príncipe.
Y no es extraño, El principito no es una historia fácil de llevar a ningún sitio salvo a la imaginación de los niños. El relato de Saint-Exupéry nos cuenta la historia de un aviador que tras una avería se estrella en el desierto del Sáhara. Allí se tropezará con un joven príncipe que viene de otro planeta.
El libro, aunque presentado en formato de cuento infantil ya proponía un buen puñado de reflexiones sobre la extrañeza, los adultos y la amistad y probablemente el primer gran acierto del film de Osborn haya sido mantener buena parte de estas ideas. El principito, la película, es una producción francesa rodada a caballo entre el cine de animación por ordenador y el llamado stop-motion, es decir, la animación de muñecos fotograma a fotograma (para que se hagan una idea, un segundo tiene 24 fotogramas. Son 24 fotografías para reproducir un segundo de película).
También, como en el libro, la película de Osborn se presenta bajo el formato propio de una cinta infantil aunque honestamente, no se hasta qué punto los más pequeños de la casa se van a quedar con la tela. El principito, película, ya lo dijo su director, no es tanto una adaptación del libro original como un homenaje.
Y es cierto. El largometraje de Osborn propone una reflexión sobre el mundo de los adultos partiendo de un canto a la imaginación. El film de Osborn es una película hermosa y visualmente muy cuidada. Los contornos cuadriculados de la medida realidad adulta contrastan con las formas redondeadas de aquellos que viven por y para soñar. En la película, una niña deberá sufrir la obsesiva preocupación de su madre por ingresar en una elitista academia mientras la pequeña, un espíritu potencialmente libre, conocerá lo que es la imaginación a través de su particular vecino, un singular anciano que tiene una historia muy especial que contar.
Aunque se trata de una producción francesa, su director es norteamericano, forjado en éxitos como King-Fu Panda o Bob esponja, pero se nota que bajo su capa de realizar convencional habitaba un espíritu inquieto. El principito es una buena muestra de ello. El film ya se ha estrenado en Estados Unidos y México, no sabemos si algún día llegará al resto del mundo y en qué condiciones. Una pena porque la película de Osborn es una delicia. Se abordan cuestiones valiosas como la imaginación pero también la amistad, el corazón y las cosas que no podemos ver y tocar pero que están ahí para que creamos en ellas y nos hagan volar.
No tengo muy claro si los niños disfrutarán con la propuesta pero los que sí deberían pasárselo bomba son los adultos.