Como en todo el mundo, el uso de teléfonos móviles se ha convertido, para la Iglesia católica, en un quebradero, cuando no en un dolor, de cabeza. ¿Qué hacer, sobre todo en las celebraciones litúrgicas, ante el ignominioso sonido del celular de quien olvidó –o no le importó— ponerlo en silencio, o en modo-avión al entrar al templo?
Muchos se preguntan si es bueno tolerar o no a los fieles que penetran a la iglesia con celulares encendidos, que suelen aporrear los oídos de la asamblea y del celebrante en la hora misma de la elevación. Por supuesto que es un acto condenable. Pero, ¿hasta qué punto se está dispuesto a condenarlo en público?
Al menos, en Filipinas hay visos de que esto podría llegar a producirse en un futuro no muy lejano: que los celulares callen y den paso a la Palabra de Dios, mediante una prohibición expresa de llevarlos a la Eucaristía.
Cooperar con la oración y la sacralidad
Filipinas es el tercer país del mundo en número de católicos (después de Brasil y México) y es ampliamente reconocido por la intensa piedad popular de sus fieles.
El país posee el récord de la Eucaristía con la mayor asistencia en el mundo: entre 6 y 7 millones de personas durante la visita apostólica del Papa Francisco. Filipinas había marcado el récord anterior, cinco millones de personas, en la visita de San Juan Pablo II en 1985.
Recientemente, en Filipinas, se ha hecho un llamado al debido respeto y una actitud coherente con el carácter sagrado de los templos fue por parte de CBCP News, el servicio informativo de la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas.
La homilía, pronunciada por el superior del templo de la Santa Cruz de Manila, el padre Mandy Nápoles, recordó a los fieles su deber de cooperación con el clima de oración y sacralidad de las celebraciones litúrgicas y, en general, con el ambiente propio del lugar de culto.
Los obispos filipinos han respaldado en todo el mensaje del padre Nápoles, quien destacó que “el templo el es lugar que Dios habita en medio de su pueblo y por eso debe ser respetado”.
Ejercer “la santa ira”
Durante su mensaje el presbítero filipino pidió «cero tolerancia» con conductas como el contestar llamadas telefónicas o mensajes de texto durante la Misa y recordó a los fieles su deber de cooperación con el clima de oración y sacralidad de las celebraciones litúrgicas y, en general, con el ambiente propio del lugar de culto.
“Mostremos respeto por Dios», aseveró el padre Nápoles, quien solicitó a los laicos ayudar a las personas a recordar que se debe guardar respeto “de la misma forma como los hijos protegen la casa de sus padres de personas malintencionadas”.
El sacerdote de la arquidiócesis de Manila recordó la «santa ira» de Jesucristo cuando encontró el templo de Dios convertido en un mercado.
De manera análoga, el sacerdote explicó que las faltas de respeto de los presentes en un templo católico deben inspirar en los fieles una «recta ira» que comunique a los demás sobre el carácter sagrado del recinto.
Finalmente, el sacerdote pidió a los presentes cuidar sus propias acciones para mantener el respeto debido e incluso los autorizó a llamar la atención de quienes obran inadecuadamente dentro del templo.