El Pontífice invita a obispos alemanes ver la Iglesia como un organismo vivo frente a una erosión de la fe católica en su paísEl Papa instó a evitar “una excesiva centralización”, que “en lugar de ayudar, complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera”. En un discurso advirtió hoy sobre el peligro de una “creciente institucionalización” a los obispos alemanes, que en estos días se encuentran en el Vaticano para llevar a cabo su visita ad limina apostolorum.
Francisco escribió este viernes 20 de noviembre, que, frente a una “erosión de la fe católica en Alemania”, cuando “son inauguradas estructuras cada vez nuevas, para las que faltan fieles” nace “una especie de nuevo pelagianismo, que nos lleva a poner la confianza en las estructuras administrativas, en las organizaciones perfectas”.
El pelagianismo era una concepción religiosa racionalista de la vida defendida por Pelagio que acogía una ética cristiana individualista considerando a la Iglesia solo como administradora de sacramentos. Fue rebatida por san Agustín.
“Se nota particularmente en las regiones de tradición católica una disminución muy fuerte de la participación a la misa dominical, además de en la vida sacramental”, se lee en el discurso que el Papa entregó a los obispos alemanes.
“En los años sesenta, en todas partes, todavía casi cada fiel participaba todos los domingos en la santa misa; hoy, a menudo, son menos del 10 por ciento. A los sacramentos se acercan cada vez menos”, constató.
“El sacramento de la penitencia –continuó- a menudo ha desaparecido. Cada vez menos católicos reciben la confirmación o contraen un matrimonio católico. El número de las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada ha disminuido netamente”, escribió.
“Considerando estos hechos, se puede hablar verdaderamente de una erosión de la fe católica en Alemania. ¿Qué podemos hacer?”, cuestionó a los obispos alemanes guiados por el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Mónaco de Baviera.
En el contexto del inicio del Año de la Misericordia (8 de diciembre), Francisco instó a los obispos a hacer “redescubrir el sacramento de la Penitencia y Reconciliación”, además del íntimo nexo entre Eucaristía y sacerdocio.
Volver a la raíz
De esta manera, consideró urgente dejarse inspirar por la vida de los primeros cristianos, “superar la resignación que paraliza” y abandonar la idea de que es posible “reconstruir de las ruinas de los “buenos tiempos” lo que existió ayer”.
En una visión esperanzadora, Francisco recordó a los colaboradores de san Pablo, Priscila y Aquila: “El ejemplo de estos “voluntarios” puede hacernos reflexionar, considerando la tendencia a una mayor institucionalización”.
“Son inauguradas estructuras cada vez nuevas, para las que al final faltan fieles. Se trata de una especie de nuevo pelagianismo, que nos lleva a volver a poner la confianza en las estructuras administrativas, en las organizaciones perfectas”, añadió.
La Iglesia está viva, no está en estructuras cerradas
Por ende, se trata de una excesiva centralización que complica la vida de la Iglesia y su brío misionero.
“La Iglesia no es un sistema cerrado que gira siempre alrededor de las mismas preguntas e interrogantes -señaló-. La Iglesia está viva, se presenta a los hombres en su realidad, sabe inquietar, sabe animar”.
La Iglesia “no tiene un rostro rígido, tiene un cuerpo que se mueve, crece y con sentimientos: es el cuerpo de Jesucristo”.
Por ello invitó a “ la conversión pastoral, es decir hacer que las estructuras de la Iglesia se vuelvan todas más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que ponga a los agentes pastorales en constante actitud de “salida” y que favorezca la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús ofrece su amistad”.
La Iglesia alemana y su ayuda a los pobres
Por otro lado, el Papa agradeció a los obispos alemanes “el gran apoyo que la Iglesia en Alemania, mediante muchas obras de caridad, ofrece a los hombres en todo el mundo”.
Igualmente, evidenció la ayuda de la Iglesia teutona a “cientos de miles de refugiados” que vinieron a Europa o “se pusieron en marcha buscando un refugio de la guerra y de la persecución”.
“Las Iglesias cristianas y muchos ciudadanos de su país prestan una ayuda enorme para acoger a estas personas, dándoles asistencia y cercanía humana”, elogió.
Al mismo tiempo remarcó la ayuda a “todas las iniciativas humanitarias para que las condiciones de vida en los países de origen se hagan más soportables”.
Por último, el Pontífice reiteró el compromiso por la vida en la Iglesia y que “nunca” se debe cansar de “ser abogada de la vida humana que debe protegerse desde el momento de la concepción hasta la muerte natural”.