Sin la oscuridad, no podríamos ver la luz. ¿Afecta esto a nuestra forma de entender a Dios?Cuando contemplo los cielos, obra de tus dedos,
La luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él
el ser humano, para que cuides de él?
—Salmo 8, 4–5
Estas palabras del salmista encierran la maravilla y el asombro que el cielo lleno de estrellas inspira en nosotros. Pero esta manera natural de contemplar la inmensidad de Dios y nuestra pequeñez se ve truncada desde que ya no podemos contemplar los cielos en absoluto.
En este video (en inglés), producido por The Atlantic, se muestra que hace pocos siglos, la Vía Láctea era visible desde cualquier punto de Estados Unidos. Ahora, la gran mayoría de la población vive en áreas con alta contaminación lumínica y ya no pueden verla.
Desde el inicio de la humanidad, las metáforas sobre la luz y la oscuridad se han utilizado para captar las realidades últimas. El hecho de no poder contemplar ya un cielo estrellado, ¿cómo afecta a nuestra cultura, a nuestra salud, al sentido de nuestra existencia y de Dios?
Como cristianos llamados a ser custodios del mundo natural – y de todo el universo – deberíamos pensar sobre nuestro uso de la luz y la oscuridad, y esforzarnos para encontrar formas de contemplar el cielo estrellado más a menudo.