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¿Qué me capacitará para la vida? El amor

Carlos Padilla Esteban - publicado el 10/11/15

Oración para pedir a Dios amarle y dejarse amar por ÉlNecesitamos sabernos muy amados por Dios para poder ponernos en camino. Un solo hecho, un acto, una decisión, no marcan nuestra vida. Necesitamos una experiencia honda del amor de Dios que nos impulse a vivir. El amor de Dios marca un rumbo y un punto de partida.

Una persona rezaba: “Mi alma sedienta, busca salir de sí misma, beber de tu fuente de agua viva, navegar contigo mar adentro, saltar al vacío, confiada, entregada, agradecida. Tu mar infinito calma la sed de mi alma y tu amor consuela mi pobre corazón herido. Déjame perder mi vida por seguirte, vaciar mi alma para colmarla de ti, abandonarme dócil y alegre a tu voluntad de cruz. ¡Déjame consumirme en el fuego de tu amor, y que, olvidándome de mí misma, sea sólo reflejo de tu luz, Señor!”.

El amor de nuestro Padre nos hace tomar conciencia de hijos y nos da valor para ponernos en camino: “¡Qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos! Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en Él se purificará a sí mismo, como Él es puro”. 1 Juan 3, 1-3.

Me gusta pensar que su amor me hace hijo. Todavía no veo a mi Padre tal cual es. Todavía desconfío y no veo su rostro. Pero sé que me quiere. Lo sé en lo profundo de mi corazón, aunque a veces dude cuando me alejo de Él y me cuesta creer en la misericordia.

Uno es hijo cuando se sabe profundamente amado por su padre. El amor nos capacita para la vida. Nos hace conscientes de lo que valemos y de lo que podemos llegar a ser. Nos da seguridad para vivir.

Esa honda experiencia de tener un hogar nos lanza a la vida, nos capacita para luchar. No buscamos un hogar para sentirnos en casa. Pero cuando lo tenemos es más fácil vivir con el corazón en paz.

El amor de Dios es un amor estable y sólido, un amor que no se muda, que no deja de amar y permanece siempre. Me gustaría amar así cada día y sentir siempre ese amor verdadero en mi vida.

Porque a veces corro el riesgo de correr detrás de amores que pasan queriendo sanar la herida de mi corazón. Amores de los hombres que me hacen sentir bien por un momento y me recuerdan torpemente cómo tiene que amarme Dios.

Pero puedo mendigar amor y pensar que sólo así podré luchar y seguir adelante. Podemos buscar los halagos y el reconocimiento de los demás para sentirnos en paz y felices. Vivir mendigando amor nos hace vivir intranquilos. Necesito tocar el amor de Dios cada día en mi vida. Necesito esa experiencia de hogar para poder caminar y navegar mar adentro.

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