El Pontífice concluyó su viaje a las ciudades de Prado y Florencia exhortando a la Iglesia a vivir el cotidiano con las personas
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“Mantener un sano contacto con la realidad, con lo que la gente vive, con sus lágrimas y sus alegrías, es la única forma de poder ayudarla, formarla y comunicarse”, dijo el Papa Francisco en el Estadio Comunal “Artemio Franchi” de la ciudad italiana de Florencia, donde presidió la misa este martes 10 de noviembre en ocasión del V Congreso Nacional de la Iglesia Italiana.
¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?, preguntó a miles de fieles presentes, siguiendo la lectura del Evangelio de hoy (Mt 16,13). El Papa explicó que Jesús deseaba comunicar mejor con las personas por ello preguntaba lo que la gente pensaba. “Sin saber lo que la gente piensa, el discípulo se aísla y comienza a juzgar a la gente según sus propios pensamientos y sus propias convicciones”, dijo.
Por ello, declaró que hablar al corazón de las personas significa tocar su cotidianidad: “el trabajo, la familia, los problemas de salud, el tráfico, la escuela, los servicios sanitarios…Es la única de abrir su corazón a la escucha de Dios. En realidad, cuando Dios ha querido hablar con nosotros se ha encarnado”.
Sucesivamente, sostuvo que “los discípulos de Jesús no deben olvidar nunca de dónde han sido elegidos, es decir, de entre la gente, y no deben caer nunca en ceder a la tentación de asumir actitudes desapegadas, como si lo que la gente piensa y vive no les afectase y no fuera importante para ellos”.
Preguntó: ¿Quien es Jesús para los hombres y las mujeres de hoy? El Papa, recordó a San León Magno, nacido en Toscana, en el día de su memoria, “llevaba en el corazón esta pregunta”.
Pregunta que -continuó- se responde desde la misericordia y la misión. De este modo, solo si reconocemos a Jesús en su verdad, “seremos capaces de mirar la verdad de nuestra condición humana, y podremos llevar nuestra contribución a la plena humanización de la sociedad”.
Asimismo, sostuvo que la verdad de la fe es una verdad que escandaliza, porque “pide de creer en Jesús”, que siendo Dios se vacía, se abaja a la condición de siervo. “Solo a través de Cristo podemos entender, profesar y vivir su verdad”.
La comunión entre divino y humano, realizada plenamente en Jesús que es la meta y el punto de llegada de la historia humana. Entretanto, Jesús es la radiosidad del “encuentro entre nuestra debilidad y su grandeza, entre nuestra debilidad y su misericordia que colmará nuestros límites”, indicó.
Las semillas del bien ayudan a crear una humanidad nueva, renovada, donde nadie es dejado a los márgenes o descartado; “donde quien sirve es más grande; donde los pequeños y los pobres son acogidos y ayudados”.
Así, sostuvo que “Dios y el hombre son los dos extremos de una oposición: Ellos se buscan por siempre, porque Dios en el hombre reconoce su propia imagen y el hombre se reconoce solamente viendo a Dios”. “Esta es la verdadera sabiduría” que está vincula a las personas que buscan a Cristo.
Para caracterizar esta sabiduría, citó a San León Magno en la fiesta de su muerte, en la que convergen varios elementos: “la palabra, la inteligencia, la oración, la enseñanza, la memoria”.
Sin embargo, “San León también nos recuerda que no puede haber verdadera sabiduría, si no en la adhesión a Cristo y al servicio de la Iglesia. Este es el camino por el que nos encontramos con la humanidad y podemos cumplir con el espíritu del buen samaritano”, añadió.
Además, enseñó que no “en vano es el humanismo” que representa a Florencia, la ciudad símbolo del renacimiento italiano, que fue testigo de un tiempo “creativo”, “además de rostro de la caridad”. “Este patrimonio es fructífero para un nuevo humanismo para esta ciudad y para toda Italia”, insistió.
El Papa saludó y agradeció a los presos de la cárcel de Florencia por haber realizado el altar dónde se realizó la misa. De hecho, los presos habían escrito al Pontífice que ha intercambiado algunas cartas con ellos, y en reconocimiento se ofrecieron para construir el altar. “Gracias por hacer esto por Jesús”, dijo Francisco.
Antes de la misa, en la conclusión del encuentro con los representantes del Convenio Eclesial Italiano en la Catedral, después de medio día, el papa Francisco llegó a la Basílica de la Anunciada de la ciudad italiana. En la Capilla, recitó el ángelus con algunas personas enfermas y discapacitados. El Papa les saludo a uno, antes de ir al comedor de San Francisco Pobrecito. Allí, el almorzó con los pobres de la ciudad.