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El Papa: ¿Cómo puedo descansar? Si no tengo trabajo y soy un precario

Trabajadores mecánicos

© Marcel Crozet

Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 07/11/15

El Pontífice aseguró que es simplemente una vergüenza las condiciones de muchos desocupados y de los ancianos sin pensión: “¡La pensión es un derecho!”

El Papa Francisco defendió la sacralidad del descanso, pero además del trabajo digno y de la posibilidad de cada ser humano de compartir momentos de reposo con Dios, la familia, los amigosy  la cultura. Lo hizo durante un encuentro con los administradores y empleados del INPS, Instituto Nacional de Previdencia Social en Italia, en ocasión del centenario de su fundación, este 07 de noviembre en Plaza de San Pedro.

El descanso es el derecho que todos tenemos cuando hay trabajo, pero si la situación es de desempleo, de injusticia social, de trabajo negro, de precariedad en el trabajo, y estas cosas son tan fuertes, ¿cómo yo me puedo descansar? ¿Qué podemos decir? Podemos decir que es una vergüenza”.

“Ah, ¿tú quieres descansar? Si, muy bien. Hagamos un acuerdo, tu comienza a trabajar en septiembre, pero en cambio hasta julio, porque julio, agosto y parte de septiembre…no comes, no descansas, y esto sucede en todo el mundo, y sucede hoy en Roma”, denunció.

Asimismo, invitó a proteger el derecho al descanso que hace parte de la dignidad humana como un espacio fuera del trabajo que tiene una “raíz espiritual”.

Por ello indicó que descansar no significa solo “abstenerse de la fatiga o del compromiso ordinario”. Es tener tiempo y espacio para Dios, las relaciones en familia, los amigos. El domingo como una “exigencia para santificar el descanso” que está vinculado a un “tiempo que permita de cuidar de la vida familiar, cultural, social y religiosa”.

El Papa reiteró la necesidad de defender el derecho al descanso como parte de lo divino y lo humano. Además alertó de la complejidad de nuestros tiempos para defender el descanso debido a “la fragilidad de la sociedad y de sus relaciones”, y “la plaga de la insuficiencia” del trabajo, la precariedad, la falta de garantías laborales. Y si se vive así, ¿cómo podemos reposar?, cuestionó, desatando un largo aplauso.

“Reposo porque tengo trabajo, sino no me puedo descansar”, constó.

El Papa defendió el descanso, como “justo reposo de los hijos de Dios” y el derecho a la pensión

El Papa señaló que la pensión ya no llega ni siquiera después de alcanzar una determinada edad. Esto significa que los ancianos deben seguir trabajando, y se sustrae su sabiduría, que antes era compartida a los más jóvenes. “La época contemporánea” de “aberraciones” contra “la cesación laboral”.

No obstante, el Papa recordó que hay un multitud de personas que pierden los beneficios sociales por diversos motivos, entre otros por terminar sin trabajo. “Tu interrumpes el trabajo y la asistencia sanitaria ya no la tienes”, recordó.

Defender a las mujeres que trabajan 

El Papa exhortó a que no falte la debida asistencia del estado para los trabajadores desocupados y sus familias.

Una mirada atenta a las mujeres y sus hijos. “No falte una atención privilegiada por el mundo femenino, la maternidad, la vida que nace y quien la sirve cotidianamente”. “Protejan las mujeres y su trabajo”, instó.

“Qué no falte el derecho a la pensión. La pensión es un derecho”, reiteró con voz fuerte.

El trabajo es contribuir a la historia

“En efecto, trabajar significa prolongar la obra de Dios en la historia, contribuyendo en ella de manera personal, útil y creativa”, dijo.

El Papa se dirigió a los empleados que se ocupan del pago de las pensiones de los ancianos en Italia y les invitó a “apoyar la obra de Dios”. Especialmente para que las personas que tienen que dejar de trabajar “tengan una subsistencia con dignidad”.

“El trabajo no puede ser un simple engranaje en el mecanismo perverso que tritura recursos para obtener ganancias siempre mayores”, sentenció.

El Papa defendió el principio de un trabajo digno que no debe ser “prolongado o reducido” para la ganancia de “pocos” y de formas de producción “que sacrifican valores, relaciones y principios”.

Algo que vale también en la economía en general que “no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende de aumentar la “rentabilidad reduciendo el mercado del trabajo y creando de esta manera nuevos excluidos” (Evangelii Gaudium, 204).

Asimismo, igual “vale para todas las instituciones sociales” que deben trabajar por las personas y su dignidad “que no puede ser perjudicada jamás, ni siquiera cuando no son más económicamente productivos”.

En la mente del Papa los 4 millones de nuevos pobres en un país rico como Italia debido a la crisis económica iniciada en 2008. “No olviden al hombre: este es el imperativo. Amar y servir el hombre con consciencia, responsabilidad, disponibilidad”.

“Trabajar por los que trabajan y no por último, por quien desea trabajar pero no puede hacerlo”. Así explicó que no se trata de una “obra de solidaridad, sino como un deber de justicia y de subsidiaridad”.

“Apoyar a los débiles, porque a nadie les falte la dignidad y la libertad de vivir una vida auténticamente humana”, añadió.

Por último, el Papa bendijo a las cerca de 14.000 personas presentes en la Plaza de San Pedro en este sábado soleado.

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