Malas noticias para América Latina. La región detuvo el ritmo de disminución de la pobreza que había logrado hasta 2012. En 2013 y 2014 la pobreza extrema aumentó, debido a tres factores principales, dos de carácter global y uno propio de los gobiernos regionales: la crisis económica mundial, el incremento en los precios de los productos básicos y la incapacidad de generar empleos formales por parte de los gobiernos de la región.
Esto se desprende del reciente informe liberado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) a través del estudio Desarrollo social inclusivo: una nueva generación de políticas para superar la pobreza y reducir la desigualdad en América Latina y el Caribe.
Según esta investigación, muy seriamente tomada en cuenta por los analistas locales e internacionales, hasta 2014 sumaron 167 millones de personas en condición de pobreza y 71 millones en pobreza extrema en 19 países de Latinoamérica.
No obstante la región cumplió la meta de reducir a la mitad la pobreza extrema en 2015 (comparado con 1990), como parte de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), en los últimos dos años el panorama se desdibujó.
Ahora, la nueva meta es erradicar la pobreza extrema en todas sus formas para 2030, como lo plantean los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Pese al actual escenario económico mundial, más complejo e incierto que el de los años anteriores y que será menos favorable para la región, “es fundamental asegurar los avances en materia de desarrollo social alcanzados en el último decenio y no postergar las asignaturas pendientes en ámbitos en que el progreso ha sido insuficiente”, asegura Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL en el prólogo del estudio.
La región más desigual
El estigma de la desigualdad sigue pesando sobre América Latina; una desigualdad que en muchas ocasiones es lacerante, sobre todo en las mujeres, los indígenas y las poblaciones rurales son, por decirlo así, los tres grupos sobre los cuales se centra la pobrezaversus los varones, la población no indígena y la población urbana.
En la región, las mujeres constituyen aproximadamente el 51% de la población total, pero sólo tienen 38% de la masa de ingresos monetarios que generan y perciben las personas, mientras que los hombres perciben 62%.
Los pueblos indígenas y la población afrodescendiente tienen mayor vulnerabilidad para caer en pobreza y pobreza extrema. Sobre todo si se mide, por ejemplo, en el acceso a la educación; la conclusión de los estudios primarios fue de 90% hasta 2013 y no presentan diferencias según la pertenencia étnica o racial. Sin embargo, en algunos países, las tasas de conclusión de la educación terciaria son cercanas a 5% para la población indígena y afrodescendiente y superiores a 15% para el resto de la población.
La zona también es factor para la incidencia de la pobreza, pues mientras el 23,2% de la población urbana vivía en hogares en situación de pobreza de ingresos, entre la población rural fue de un 47,9% hasta 2013.
Además, el 7,7% de la población urbana se encontraba en situación de pobreza extrema, frente al 28,2% de la población rural.
Con información de Animal Político