El Pontífice improvisó una reflexión proverbial sobre el martirio de monseñor Romero que dijo “continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio”.
“Cuantas veces las personas que ya han dado su vida o que han muerto se les sigue lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua”, dijo el Papa Francisco al recibir en audiencia a una delegación de 400 salvadoreños en el Vaticano este viernes 30 de octubre.
“Quisiera añadir algo también que quizás pasamos de largo. El martirio de Monseñor Romero no fue puntual en el momento de su muerte, fue un martirio-testimonio, sufrimiento anterior, persecución anterior, hasta su muerte”.
Monseñor Romero fue “difamado, calumniado, y ensuciado, ya que su martirio se continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio, en el episcopado”, dijo el Papa improvisando al final de su discurso oficial, levantando apoteósicos aplausos en la sala Regia del Palacio Apostólico del Vaticano.
“No hablo de oídas. He escuchado esas cosas”, constató con tono bajo pero seguro. «Yo era sacerdote joven y fui testigo de eso».
El discurso estaba dirigido a una comitiva guiada por seis obispos salvadoreños que vinieron a Roma con el objetivo de agradecer al Papa por la beatificación de mons. Oscar Arnulfo Romero (15 de mayo de 2015), y para oficializar una invitación a visitar el país en ocasión del viaje apostólico en preparación a México en el año 2016.
“Es lindo ver también así, un hombre que sigue siendo mártir…ahora ya creo que casi ninguno se atreva pero que después de haber dado su vida siguió dándola, dejándose azotar por todas esas incomprensiones y calumnias.
Eso a mí me da fuerza, solo Dios sabe. Solo Dios sabe las historias de las personas y cuántas veces, a personas que ya han dado su vida o que han muerto, se las sigue lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua”, constató.
Entre los obispos que participaron al encuentro estuvo, monseñor José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador y Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador, quien manifestó la esperanza de todo el pueblo salvadoreño de una pronta “canonización de mons. Romero y la beatificación del padre Rutilio Grande”. Estas bendiciones y la visita del Papa, “como vicario de Cristo”, serían “un bálsamo para lavar la violencia” que azota el país, recordó mons. Escobar Alas.
Romero mártir seguidor del amor de Dios
Al inicio de su discurso, el Papa definió al beato Romero como un “pastor bueno, lleno de amor de Dios y cercano a sus hermanos que, viviendo el dinamismo de las bienaventuranzas, llegó hasta la entrega de su vida de manera violenta, mientras celebraba la Eucaristía, Sacrificio del amor supremo, sellando con su propia sangre el Evangelio que anunciaba”.
La sangre de los mártires es semilla cristiana
Desde los inicios de la vida de la Iglesia, los cristianos “hemos tenido siempre la convicción de que la sangre de los mártires es semilla de cristianos, como dice Tertuliano”, añadió Francisco.
No obstante, aseguró que “mártir no se nace”. Aún así, en el contexto de hoy, se refirió a los cristianos mártires que, de manera dramática, siguen derramando su sangre. Quienes representan “una cosecha abundante de santidad, de justicia, reconciliación y amor de Dios”.
De esta manera, indicó que ser mártir “es una gracia que el Señor concede, y que concierne en cierto modo a todos los bautizados”.
Romero: Dar la vida no significa solo ser asesinados
En este sentido, el Pontífice recordó las palabras del Arzobispo Romero: “Dar la vida no significa sólo ser asesinados; dar la vida, tener espíritu de martirio, es entregarla en el deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento honesto del deber; en ese silencio de la vida cotidiana; dar la vida poco a poco”.
Por otro lado, el Papa acomunó el martirio de Romero, junto a de otros «hermanas y hermanos», como el padre Rutilio Grande, que, “no temiendo perder su vida, la han ganado, y han sido constituidos intercesores de su pueblo ante el Viviente, que vive por los siglos de los siglos, y tiene en sus manos las llaves de la muerte y del abismo (cf. Ap 1,18)”.
“Todos estos hermanos son un tesoro y una fundada esperanza para la Iglesia y para la sociedad salvadoreña”, indicó.
Asimismo, presentó la perfil de Romero en el contexto del Jubileo, que “constituye» para El Salvador «un estímulo para una renovada proclamación del Evangelio de Jesucristo”.
Entretanto, expuso la situación de El Salvador y “la terrible tragedia del sufrimiento de tantos de nuestros hermanos a causa del odio, la violencia y la injusticia”.
La Delegación Salvadoreña entregó al Obispo de Roma un relicario que contiene el escapulario de la Virgen del Carmen con un trozo del corporal ensangrentado del Obispo y Mártir Oscar Romero. Entre los invitados a la audiencia con el Sucesor de Pedro se encuentran sacerdotes, religiosos, seminaristas y muchos salvadoreños residentes en Italia.