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Entrevista con el exorcista, una profesión de riesgo espiritual

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Miriam Díez / Aleteia

Miriam Díez Bosch - publicado el 25/10/15

El exorcista oficial de la archidiócesis de Barcelona cuenta su experiencia a Aleteia: "No es fácil, ni agradable, ni lo escoges. Lo hago por ayudar a la gente"

Llego a la cita con el exorcista a las cinco, puntual. Hemos quedado en un convento de los frailes dominicos, en Barcelona. Me abre él mismo. Me pregunta el nombre. Podría ser una paciente a la que espera. Pasamos a su despacho. Sobrecoge pensar que en este lugar recibe todos los días a 5 personas con posesión demoníaca. Me siento donde se deben sentar ellos. Gente angustiada, con ganas de suicidarse, desesperada. El padre Gallego les escucha, diagnostica. Reza. Y si ve que se trata de influencia o posesión, pasa a realizarles lo que piden. Un exorcismo. Que no siempre funciona a la primera. El 50% de los casos responden a posesión o influencia maligna. El resto, son enfermedades.

El demonio, explica, “se manifiesta de maneras muy distintas. No piense usted en las películas como “El Exorcista”. A veces la normalidad es muy inquietante. No llega así como así. Se manifiesta hacienda daño. La gente sufre y se aleja de Dios: es la misión del Maligno”.

¿De qué porcentajes hablamos en posesiones demoníacas?

Un 90% de los exorcismos son por influencia maligna, sólo un 10% son posesión.

¿La posesión es más frecuente de lo que nos creemos?

Sí. Aunque más que posesión, la mayoría son influencias demoníacas. El demonio concede poderes a la gente a través de favores. Y la Nueva Era ha hecho mucho daño. La gente juega con el ocultismo pensando que el mal es inofensivo.

¿Tiene la certeza total que son casos de posesión demoníaca?

No: total nunca la he tenido. Lo que sí veo son las manifestaciones de este espíritu maligno en la gente. Gente creyente que sufre, que te habla con voz cavernosa, está atormentada y necesita que se le saquen los demonios. Te piden que les cures. Tu no curas a nadie. Es Dios, en todo caso, que actúa.

¿Todas las diócesis deberían tener un exorcista?

Deberían, pero no siempre hay. Es territorial. Yo tengo un nombramiento del señor cardenal, que me pidió que según mi criterio practique los exorcismos que considere oportunos.

Hay gente que piensa que esto del Demonio no existe. 

También obispos. Un obispo me dijo que en su diócesis no había casos. Y le tuve que decir que yo estaba tratando al menos a 5 personas de su diócesis. Buscan a alguien que les atienda. Aquí viene gente de todas partes.

Ya veo su agenda, repleta de citas. ¿Quién viene?

Es gente que viene destrozada y quieren salir de la situación de malestar enorme en la que se encuentra. Gente de todo nivel social y condición. Creyentes, no necesariamente católicos, pero creen. Tengo ya los próximos dos meses llenos.

¿Un exorcista cobra por sus servicios?

No cobro nunca nada. Honorarios ninguno, esto te da confianza. No sacas dinero. Hay muchos inmigrantes. Y gente de todos tipos que no cree que su caso sea psicológico.

El exorcismo no es sólo para gente simple.

Aquí viene gente de todo tipo. No sólo gente considerada simple.

Yo hago un diagnóstico, escucho… y si es algo médico, derivo.

Cómo tiene que ser un exorcista? Yo me los imagino como usted, calmados y pacientes. 

Pues con una paciencia enorme, sentido apostólico de ayudar a la gente. No es fácil, ni agradable, ni lo escoges. Tiene que ser una persona piadosa, un doctor prudente y con integridad de vida. El obispo decide.

Este oficio no es de lo más divertido.

No es nada agradable. Y el exorcismo no es tan efectivo ya. A veces ni con dos ni con tres veces se marcha el espíritu maligno. Se enquista…alguna vez sí. Todo depende más del exorcizado que del exorcista.

¿Qué compensaciones tiene, ser exorcista?

Es bonito, cuando llamas a alguien que has visitado, y aunque no sea curación del todo, adviertes mejoría. Pero a veces te tienen una veneración que te da hasta miedo, se creen que eres como un brujo, y te preguntan ¿yo me voy a curar? Yo siempre les digo: “No lo sé, no depende de mi, es una oración a Dios”. Esto también me tranquiliza.

En el ritual hay imposición de manos. ¿Es obligatorio tocar la cabeza del endemoniado?

Yo pongo manos en la cabeza y no tengo más contacto directo con ellos. Antes les daba las manos pero noto que la gente te pide la imposición. Y realmente notas en la cabeza que hay algo.

Imagino que esto no es automático, que un exorcismo no funciona enseguida.

A veces es en el mismo momento. Yo les pido que lean los Evangelios de cada día mientras no nos vemos. Rezar. Si es posesión o influencia, el único que te lo puede quitar es Dios. Los santos ayudan, pero es Dios quien te lo quita. Estar a buenas con Dios es fundamental.

¿Ha tenido miedo?

De momento yo no he tenido nada, tuve mucho miedo cuando me nombraron la primera vez en 2007. Salí del obispado con miedo. Dije que sí enseguida pero no me di cuenta de lo que implicaba.

Es un servicio. Aquí en la comunidad algunos saben que haces una cosa “rara”, alguno si que me ayudan, a veces pido que me acompañen cuando tengo gente un poco violenta.

¿Cómo lo asume para que no le afecte personalmente?

Yo me hice una reflexión: lo hago en nombre de la Iglesia, me da la posibilidad de ayudar. Hay momentos difíciles porque la gente ve cosas rarísimas, visiones, presencias…

Me mantengo a distancia, más o menos lo pones al desván, si no te volverías loco.

Hay que tener confianza en Dios. Enorme. Yo he visto que o eres hombre de fe, o dejas este oficio. Humanamente… no es sencillo.

¿Cómo llama a la gente que acude al exorcista?

Pacientes, o simplemente fieles angustiados que necesitan una respuesta.

¿Le amenazan?

A veces te amenazan los que vienen. El otro día una chica me tiró el Rosario con fuerza, estábamos en la capilla. Me escabullí. Y luego ella me preguntaba dónde estaba el Rosario. Le dije “Búscalo tu, tu lo has tirado”.

¿Y ante estos casos no pierde los nervios?

Hasta ahora no.

¿El Demonio habla?

A través de la persona poseída, claro.

Me habla él a mi, me dice “¡Gallego, te has pasado!”. Es muy fuerte.

¿En qué idioma se hacen, los exorcismos?

El exorcismo es un acto de la Iglesia y hago el que la Iglesia me manda, si me lo ofrece en castellano o en catalán, lo hago. Me gusta que el que viene participe, entienda. Entonces en latín no es necesario.

¿Hay casos de infestación de objetos?

Claro, y de animales también.

¿Casas poseídas?

Sí.

¿Coches?

Sí, puede ser, casos en los que ha habido alguna cosa y como si hubiera quedado algo marcado.

A mi me han hecho un exorcismo. En el bautizo. Como a todos los bautizados. ¿La gente es consciente de esto?

No, qué va. Mucha gente desconoce que en sacramento del bautizo se practica un exorcismo. Pero es simple. El que yo hago es solemne, extraordinario. Y no se tiene que banalizar.

¿Uno mismo se puede dar cuenta de que está poseído, o lo perciben quienes le rodean?

Las dos cosas. O lo ves o te lo dicen. Hay síntomas: no puedes dormir, tienes intentos de suicidarte, de todo. Si lo hablan con alguien que ya ha conocido a un exorcista vienen. Otros ya no saben qué hacer, y te buscan.

Entonces usted ve que la persona lo necesita y le practica un exorcismo. ¿Cómo se hace?

Me pongo la estola y luego empezamos la oración de protección.

Necesita agua bendita, sal y ponerse la estola. ¿Y ya está?

Sí, y el ritual para la oración.

¿Qué es lo que más cuesta?

Las renuncias a Satanás. Si veo que se bloquean y no las hacen, no seguimos, porque luego es un rito sin sentido. No se puede hacer un exorcismo sin renunciar a Satanás.

¿Y cómo termina un exorcismo?

Yo termino con dos oraciones. La Virgen para mi tiene una importancia muy grande. Propongo la oración de san Bernardo. Y una de san Francisco: “Señor haz de mi un instrumento de tu paz… Y les animo a volver a Dios. Es que no hay otra.

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