La condena de un saudí chiíta a ser decapitado y crucificado moviliza a la comunidad internacional“Cuando le visité por primera vez, no lo reconocí; estaba desfigurado”, confía a The Guardian la madre de Mohammed al-Nimr, el joven saudí de 21 años condenado a muerte por decapitación y posterior crucifixión por haber participado en una manifestación en 2011.
Para Nusra al-Ahmed, cada segundo que pasa es un “golpe de dolor”. Su hijo ha sido torturado: “Le han golpeado, abofeteado, ha perdido sus dientes… durante un mes orinó sangre”, explica.
Un calvario para la familia
Ali Mohammed al-Nimr, chiíta, fue condenado a muerte en mayo de 2014 por “revuelta, desobediencia al soberano y tenencia de armas”, tras ocho meses de juicio. Tenía 17 años. Sentencia: “ejecución por decapitación y después crucifixión del cuerpo, a la vista de todos hasta su putrefacción”.
Su ejecución estaba programada para el pasado 24 de septiembre, pero el destino del joven depende de la voluntad de las autoridades, del mismo rey, que puede perdonarle o no.
Precisamente esta condena surge en un momento en que el embajador del reino saudí ante la ONU en Ginebra (Suiza) ha sido nombrado para un puesto clave en el Consejo de los derechos humanos de la ONU.
Tras el llamamiento lanzado por su padre en septiembre, se han movilizado varios responsables occidentales y organizaciones internacionales, entre ellas François Hollande, David Cameron y el Parlamento Europeo.
También se han recogido firmas de numerosísimos ciudadanos de todo el mundo en internet, a través de plataformas como Avaaz.org.
Sin embargo, la justicia saudí está instalada en su decisión. La ejecución del joven podría producirse en cualquier momento, las autoridades no informarán a la familia hasta el momento de ir a recuperar el cuerpo.
Según Amnistía Internacional –que ha calificado como “indecentes” ciertos acuerdos económicos de Arabia Saudí con algunos países occidentales-, este reino figura entre los países que ejecutan un mayor número de personas, junto con China, Irán, Irak y los Estados Unidos.
Desde principios de este año 2015, 135 personas han sido ejecutadas en Arabia Saudí, un incremento notable respecto a los 87 de todo el año 2014.
La 135ª ejecución tuvo lugar el pasado jueves 15 de octubre: un saudí condenado por asesinato. Fue decapitado con un sable, según un comunicado del ministerio saudí del Interior publicado por la agencia oficial SPA.
Estas cifras no reflejan la realidad de las penas de cárcel y de los castigos físicos infligidos con mano dura, de los que muchos no salen vivos.
La misma suerte corren los extranjeros que infringen la ley islámica, como un jubilado británico de 74 años, Karl Andree, condenado a 350 latigazos y a un año de cárcel por posesión de una botella de vino artesanal (L’Express).