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Cuando un adolescente se enamora de un adulto

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Shutterstock / Zurijeta

Orfa Astorga - publicado el 13/10/15

¿Por qué se dan estas situaciones, y cómo ayudar a los hijos a resolver sus crisis internas?

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Alicia se encuentra en los quince años, ha pasado de la pubertad a una adolescencia intermedia con sus marcados cambios psicológicos. Aunque continúan los cambios fisiológicos lo hacen en menor ritmo que los psicológicos, que giran sobre el descubrimiento de su “yo”, de su unicidad e intimidad. La suya es una crisis de interiorización, una crisis necesaria en la construcción de su personalidad que ha de resolver. Se encuentra en una etapa fuertemente marcada por los sentimientos, en la que los adolescentes sueñan con el amor antes de conocerlo, planteándose “amores platónicos e imposibles”.

Alicia estudia el primer año de preparatoria, es muy inquieta, acelerada, con cambios continuos de humor, ansiosa, siempre en continuo movimiento. Además se distrae con facilidad, sus calificaciones son un desastre y se ha vuelto rebelde y muy crítica de sus padres.

Los padres, a su vez,  la amenazan con sacarla de la escuela y “ponerla a trabajar en lo que sea”, si no corrige su rendimiento escolar y deja de lado su rebeldía en casa. Ven solo la parte externa de su conducta, sin comprender los cambios internos por los que pasa.

Alicia afirma que sus padres no la comprenden: “soy consciente de mis fallos, pero mis padres no me ayudan; no comprenden que me he hecho mayor; no entienden que sufro y que los jóvenes también tenemos problemas y dificultades; se limitan a decir que cuento con todos los medios y me dan una buena vida”. Añade que también se siente lastimada cuando guardan distancia dirigiéndose a ella solo para reclamos: “soy muy sensible, por eso necesito que estén cerca de mí, y no lo están”. Se siente perdida, vive en una angustia permanente. No encuentra respuesta para muchas interrogantes.

Últimamente ha sentido una simpatía afectiva por Roberto, su profesor de educación física 20 años mayor que ella, a quien admira. Ante los ojos de Alicia y demás alumnas, es aun joven y atractivo, seguro de sí mismo y muy independiente. También se ha ocupado en aparecer como un modelo de realización en muchos sentidos.

Él ha puesto sus ojos en ella y la corteja haciéndola sentirse halagada, entrando en un proceso de enamoramiento.

Roberto: A sus 35 años, siendo profesor de educación física, conserva una figura atlética y no se resigna a vivir su edad real, por lo que viste e imita comportamientos juveniles en una forma de “disfraz”. Sus comportamientos se reflejan en su coche deportivo, la ropa que usa, la música que escucha, eventos a los que asiste, su conversación, la gente con que se relaciona, etc.

Se “juveniliza” desprendiéndose de valores convencionales para ser una persona “liberada”. Cuando Alicia comparte con él sus íntimas inquietudes sobre su capacidad para el razonamiento moral, en donde desea asumir por sí misma los valores, ya no viéndolos como imposición, dice comprenderla; pero al mismo tiempo la contradice elogiando las debilidades más primarias del ser humano, como la araña que teje una red esperando la presa.

Así, por ejemplo, el egoísmo es “autorrealización”; la falta de autodominio es “liberación”; el impudor es “sinceridad”. Cuando admite que alguna conducta es realmente un defecto, lo atribuye más bien a un problema de “autoestima” o “inadaptación”. Para él ya no hay comportamientos inmorales, solo hay desajustes psicológicos, y es la psicología en vez de la ética la que tiene las respuestas.

Escuchando a Roberto y ante lo que ella vislumbra como una posible relación, Alicia ve allanadas sus dificultades emocionales ligadas a las necesidades de la personalidad aun no resueltas, como: necesidad de identidad, de afecto, de independencia, de relación. Siente que al enamorarse encontrara las respuestas a sus confusiones.

Las crisis de identidad son crisis de crecimiento, en el adolescente tienen una función con respecto a la maduración de la personalidad. Las crisis estresantes se producen cuando aparecen circunstancias que modifican seriamente el crecimiento físico y más comúnmente psicológico, tales como: el fracaso académico; una ruptura familiar; una crisis económica familiar; cambio de escuela; de cuidad; la ruptura de un noviazgo; la asincronía de los procesos de desarrollo fisiológicos y psicológicos de la adolescencia, etc. Estas crisis demandan ajustes a situaciones nuevas.

Alicia corre un verdadero riego y sus padres están a tiempo de ayudarla.

¿Cómo?…

Los padres de Alicia deben dejar de ver solo la parte externa de su conducta y tratar de entender y comprender los cambios internos por lo que pasa, de rescatar sobre todo a la persona, no solo a la mala estudiante, o a la hija en rebeldía.

Comprender que está pasando por un estrés transicional típico da la adolescencia y darle un tiempo de espera acompañándola de cerca en actividades y tareas adaptativas: como un cambio de escuela, repetir año escolar, entre otros; un proyecto que permita a la familia dar un salto cualitativo en sus relaciones afectivas. Ya que lo que está en juego no es un futuro profesional, sino la construcción de una personalidad armónica a partir de los rasgos propios de su edad.

El enamoramiento hacia un adulto, por un adolescente, además de ser inmaduro e ingenuo, presenta como propio de su edad una disociación entre instinto y sentimiento que lo lleva a confundir la atracción sexual con el amor, lo que lo expone a riesgos en los que puede resultar seriamente dañado.

Por Orfa Astorga de Lira.

Orientadora familiar.

Máster en matrimonio y familia.

Universidad de Navarra.

Tags:
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