A diferencia de otros años, la policía actuó evitando que se extienda la violenciaPese a que el programa oficial evitaba la Catedral de Mar del Plata, como ha ocurrido en otras ocasiones, participantes de una marcha por el Encuentro Nacional de Mujeres se desprendió de la fila central y atacó la catedral local. No hay Encuentro Nacional de Mujeres que no tenga un anexo así de escandaloso, ocurra en la ciudad que ocurra. Y esta ocasión, la del trigésimo encuentro, no fue la excepción.
Un grupo de cinco mil mujeres, según se desprende de medios de comunicación digitales afines a esa movilización, se desprendieron el domingo de la columna central de la marcha con la que finaliza el encuentro, para dirigirse a la Catedral y expresar con cánticos y violencia su odio a la Iglesia, entre otros motivos, por su oposición al aborto.
Como en otras ocasiones, un grupo de personas se encontraba de pie en el atrio del templo, rezando, detrás de una alta reja de hierro, impidiendo con su presencia que se violente el templo. De manera violenta y amenazante las manifestantes removieron la reja, como se advierte en videos subidos a las redes sociales, y sólo retrocedieron ante la represión policial, que evitó que ingresarán al templo y se dieran más incidentes.
Las denigrantes manifestaciones de odio incluyeron cantos que llaman a la Iglesia basura y dictadura, insultos varios, y también piedrazos, botellazos, y el arrojo de excremento tanto a manifestantes como a policías.
Durante semanas, como informamos en Aleteia, se rezó en toda la diócesis por el encuentro, para que se desarrolle en un clima de paz. Y según atestiguaron numerosas mujeres en redes sociales, así se ha dado durante algunas sesiones de trabajo. Sin embargo, y pese a que desde la comisión organizadora no se había planificado ni anunciado el accionar de esta columna, la violencia volvió a teñir el cierre del encuentro. Así ocurrió durante los últimos encuentros, precedentes que habían alertado a la diócesis, y por los que movilizaron la campaña de oración y preparación.
A diferencia de otros años, la policía actuó evitando que se extienda la violencia. En San Juan, dos ediciones atrás, se pudo ver como algunas feministas radicales pintaban con aerosol a los jóvenes que impedían su ingreso a la Catedral, sin que ninguna autoridad los defendiese.
Mediáticamente, en la cobertura de medios nacionales el foco de la atención no se centró en las agresiones contra la Iglesia, sino que se concentró en la identidad de quienes defendían la catedral. Así, varios concentraron su cobertura en la supuesta identidad neonazi de una de las personas allí apostadas, o la posición de “ultraderecha”, en detrimento, por ejemplo, de la explícita voluntad expresada por las manifestantes de quemar el templo.
Formalmente, el Encuentro Nacional de Mujeres supone una oportunidad para que mujeres de toda la Argentina, autoconvocadas, se reúnan para tratar en talleres de distintas temáticas las preocupaciones e ilusiones que comparten, e incluso para debatir aquellas soluciones que no comparten. Informalmente, para algunas, supone una oportunidad de renovar de manera violenta su aversión a la Iglesia, ante la pasiva mirada de muchos medios que se deshacen en elogios por los llamados de paz del Papa pero que poco mencionan este tipo de violencias contra la Iglesia que Francisco lidera.