Memoria de los 72 ejecutados en la "Masacre de San Fernando"
La tristemente célebre “Masacre de San Fernando”, un crimen cometido por el grupo delictivo mexicano de “Los Zetas” entre el 22 y 23 de agosto de 2010, en el ejido de “El Huizachal” del Municipio de San Fernando (en Tamaulipas, casi frontera con Estados Unidos), dejó como saldo 72 ejecutados, 58 hombres y 14 mujeres.
Los fallecidos eran, en su mayoría, migrantes provenientes de Centro y Sudamérica, asesinados por la espalda, para posteriormente ser apilados y puestos a la intemperie. Las primeras investigaciones señalan que fueron asesinados porque, luego de ser secuestrados, no pagaron el dinero que les exigían para dejarlos libres y también se negaron a formar parte del grupo criminal. Tres meses después de la masacre se habían reconocido 50 de los 72 cuerpos: 21 hondureños, 14 salvadoreños, 10 guatemaltecos, un ecuatoriano, y 4 brasileños…
En memoria de estos 72 muertos, cuyas vidas sacrificadas claman al cielo (y a la justicia mexicana), algunos meses después de la tragedia, Fray Tomás González –recientemente trasladado al Estado mexicano de Tabasco después de varios años de servicio en Yucatán– fundó “La 72”, un centro de atención, hogar y refugio para los migrantes centroamericanos que llegan a Tenosique (Tabasco) a solo 60 kilómetros de la frontera de México con Guatemala.
Asegurar recursos
“La 72” se ha convertido en un hogar, así sea fugaz, para miles de centroamericanos que han pasado por el albergue y han recibido en él, trato digno, comida caliente, un lugar donde dormir, defensa de sus derechos, curación para sus llagas y protección ante las bandas del crimen organizado y sus cómplices del Instituto Nacional de Migración.
Fray Tomás se ha convertido, junto con otras y otros activistas por los derechos de los migrantes en el país, en un referente en la batalla contra la crueldad ante el migrante, que es una mezcla de insensibilidad –cuando no cooperación—ante el crimen organizado del Estado mexicano y la extorsión, vejación y estupro que viven los migrantes centroamericanos en su camino hacia Estados Unidos.
Enfrentada a la resistencia de las autoridades migratorias mexicanas, “La 72” necesita medios económicos para poder seguir prestando el servicio que ofrece a los migrantes. Por eso promueve ahora la campaña “Brazos Solidarios”, con la que busca asegurar recursos para garantizar el abasto anual de alimentos para el funcionamiento de la casa refugio de Tenosique en 2016.
Por qué se va la gente
Como parte de esa campaña tiene lugar en Mérida –la capital del Estado mexicano de Yucatán– una exposición itinerante (en universidades y escuelas) de fotografías de Silvia Carrillo, fruto de su convivencia con migrantes que han pasado por el albergue de Tenosique.
Las imágenes “retratan rostros, miradas, gestos de hombres y mujeres, niñas y niños, que llevan en los ojos el dolor de la expulsión de sus propios países, sea por persecución, por hambre, por pobreza o por la amenaza de la violencia, pero que contienen, también, la esperanza de que, en algún lugar, en algún momento, puedan encontrar las condiciones para tener una vida digna y tranquila”, han dicho los organizadores de este encuentro entre el arte visual y la miseria.
Los migrantes, señalan los organizadores de la muestra, “saben a lo que se enfrentan al pretender atravesar este infierno llamado México para llegar a su frontera norte, pero lo hacen porque no encuentran otra opción y porque, para decirlo en palabras del periodista salvadoreño Óscar Martínez: ‘Es así, digan lo que digan los funcionarios estadounidenses, argumenten lo que argumenten los más radicales republicanos, es así. Alguna gente se va porque no quiere morir’”.
Yo que ustedes iría
La exposición fotográfica de Silvia Carrillo “es un pretexto, un artístico pretexto, para que nos informemos de cómo podemos unir nuestros esfuerzos a los del valiente equipo que lleva adelante la Casa Refugio de ‘La 72’ y colaborar para asegurar el alimento a las y los migrantes que pasan por Tenosique en busca de mejores oportunidades de vida”, dicen los organizadores de la misma. Y agregan, en un mensaje a todos los habitantes de Mérida: “Yo que ustedes, iría… ya ven que en algún lugar está escrito: Porque fui forastero y me hospedaron…”