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Como cada año desde 1901 – excepto rarísimos casos – se ha asignado el Nobel de Medicina. Este año, el premio ha sido atribuido a medias a la china Youyou Tu, profesora de la China Academy of Traditional Chinese Medicine, por la artemisinina, un medicamento contra la malaria, a base de un principio activo extraído de la planta de Artemisia annua que ha mostrado ser capaz de matar el Plasmodio de la malaria.
La otra mitad del Nobel va a los investigadores William C. Campbell, irlandés, hoy en la Drew University en Madison, y Satoshi Ōmura, japonés de la Kitasato University, por sus descubrimientos de una nueva terapia contra las infecciones causadas por lombrices parásitas (filariasis linfática).
Las enfermedades de los pobres
La lucha contra la malaria, así como contra la filariasis linfática, han recibido los beneficios de haber sido incluidas entre los objetivos de desarrollo del milenio por parte de las Naciones Unidas.
Gracias a esta sensibilización y a los compromisos internacionales, en los últimos 14 años las muertes por malaria han descendido del 47%, entre 2000 y 2012, se han salvado más de 3 millones de vidas, el 90% de las cuales niños por debajo de los 5 años que viven en África Subsahariana.
La artemisina descubierta por la profesora Tu ha sido un aliado importante, pero lo que ha funcionado sobre todo ha sido la prevención, y un enfoque integrado entre varias agencias de la ONU, los planes gubernamentales y la ayuda de fundaciones, cuenta Mondo e Missioni (5 octubre).
Entrevistado por la agencia italiana AdnKronos, el genetista Edoardo Boncinelli apreció la elección del comité explicando que finalmente “se hace luz sobre las enfermedades de la pobreza, de las que no se habla porque no existen en Occidente” y prosigue:
“Por una vez se han acordado de que el premio se dedica a la Medicina y a la Fisiología, y han dedicado el reconocimiento a 3 científicos que han descubierto nuevas medicinas. Habitualmente, en cambio, se aprovecha la ocasión para premiar a la biología, la bioquímica, la genética. Esta vez no. Y desde el punto de vista del bienestar de la humanidad, no hay duda de que estas personas han hecho algo realmente útil”.
Salvar millones de vidas con poco dinero
Se podría decir que “Less is more”, que “menos es más”, pues en este caso, la investigación de los tres médicos se ha caracterizado por el uso de pocos recursos para prevenir o curar enfermedades que atenazan a la humanidad desde hace milenios, y gracias a lo barato de los remedios, es posible difundir al máximo los beneficios.
Los tres vencedores pueden decir sin empacho que han salvado vidas humanas a millones. No menos de 100.000 al año sólo en África. No han trabajado con instrumentos costosos y tecnologías de vanguardia, sino con paciencia, usando tierra, hierba y textos de la antigua literatura china.
En una época de “Big Medicine” y proyectos milmillonarios, de Estocolmo ha llegado esta vez un premio a la paciencia, a la humildad y a lo concreto. “No creo que yo merezca este premio, lo daría más bien a los microorganismos que he estudiado” comentó Omura al saber la noticia.