La familia está herida en una sociedad egoísta y consumista que alimenta una masa de hombres y mujeres solos e infelices
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El Papa Francisco, este domingo 04 de octubre, en la Basílica de San Pedro centró bajo tres puntos la crisis social y familiar moderna en la homilía de apertura del Sínodo Ordinario: El drama de la soledad, la crisis en el amor entre el hombre y la mujer, y las consecuencias en la vida de la familia.
Entretanto, pidió una Iglesia de puertas abiertas que a través de la misericordia abraza el dolor humano. Jesús dijo: “No he venido a llamar justos, sino pecadores”, (Mc 2,17), recordó.
“Una Iglesia que educa al amor autentico, capaz de alejar de la soledad, sin olvidar su misión de buen samaritano de la humanidad herida”, invitó Francisco a los 270 padres sinodales que en las próximas tres semanas reflexionarán sobre la familia.
La soledad, crisis de hombres y mujeres modernos
El Obispo de Roma sostuvo que la soledad es el drama que “aún aflige a muchos hombres y mujeres” de hoy: ancianos abandonados; “viudos y viudas”; personas abandonadas por sus cónyuges, “emigrantes y refugiados” que huyen, “jóvenes víctimas de la cultura del consumo”, dijo el Papa.
El Papa señaló la “paradoja de un mundo globalizado”, donde hay “menos calor de hogar y de familia; “muchos placeres, pero poco amor; tanta libertad, pero poca autonomía”, indicó.
Un mundo poblado de personas cada vez más solas y vulnerables. La misma experiencia de Adán que vivió “tanto poder acompañado de tanta soledad y vulnerabilidad; y la familia es su imagen”.
Además denunció, la situación de los países avanzados, que a pesar de todo tienen el mayor “promedio de abortos, de divorcios, de suicidios y de contaminación ambiental y social”.
La crisis del amor entre el hombre y la mujer
La crisis de la sociedad, que necesita del amor entre el hombre y la mujer para sacar a la humanidad de su infelicidad. El hombre, como Adán sufre la soledad, pero se alegra cuando encuentra un “corazón que se asemeje a él, que le corresponda”(Gn 2,18).
Así explicó – “Dios no ha creado el ser humano para vivir en la tristeza o para estar solo, sino para la felicidad, para compartir su camino con otra persona que es su complemento; para vivir la extraordinaria experiencia del amor: es decir de amar y ser amado; y para ver su amor fecundo en los hijos, como dice el salmo de hoy (cf. Sal 128)”.
El Papa reveló que el “sueño de Dios para su criatura predilecta” es “verla realizada en la unión de amor entre hombre y mujer”; “De modo que ya no son dos, sino una sola carne” (Mc 10,6-8; cf. Gn 1,27; 2,24).
El divorcio también entró en el debate de la Iglesia hace 2000 años. El Papa recordó que Jesús también enfrentó el dilema del divorcio, ante la pregunta retórica que le habían dirigido – probablemente como una trampa, para hacerlo quedar mal ante la multitud que lo seguía y que practicaba el divorcio, como realidad consolidada e intangible.
La unidad y la indisolubilidad – explicó – “es el objetivo de la vida conyugal no es sólo vivir juntos, sino también amarse para siempre. Jesús restablece así el orden original y originalmente”.
La crisis de la familia
El Papa exhortó a “superar toda forma de individualismo y de legalismo, que esconde un mezquino egoísmo y el miedo de aceptar el significado autentico de la pareja y de la sexualidad humana en el plan de Dios”.
Siguiendo a Jesús, entonces- señaló- será comprensible la locura de la gratuidad de un amor conyugal único.
El hombre de hoy –que con frecuencia ridiculiza este plan- e insistió que se le ve “ir tras los amores temporales, pero sueña el amor autentico; corre tras los placeres de la carne, pero desea la entrega total”.
En efecto, “la tristeza de este mundo” está hecha de placeres que son finitos, mientras que señaló el infinito del amor como la meta final y única. (Joseph Ratzinger, Auf Christus schauen. Einübung in Glaube, Hoffnung, Liebe, Freiburg 1989, p. 73).
Después de analizar el contexto social y matrimonial “bastante difícil” de la actualidad, el Papa ha señalado la misión de la Iglesia que “está llamada” a responder desde la “fidelidad, la verdad y la caridad”, indicó.