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A sus 79 años, el oscarizado director neyorkino, Woody Allen (Delitos y faltas, 1989), continúa en plena forma, filmando una película por año. Irrational Man -que se estrena el 25 de septiembre en España y cuya distribución corre a cargo de Entertainment One Films Spain– es su última aportación a la gran pantalla hasta el momento y en la película ya se aprecia claramente cómo Allen insiste en ahondar con más intimidad en la condición humana. Más concretamente a través de una mirada apesadumbrada.
Irrational Man cuenta la historia de Abe Lucas, un profesor de filosofía, que, bloqueado a la hora de escribir un libro sobre Heidegger y el fascismo, desinteresado por cualquier relación afectiva y dominado por el alcohol, llega a una universidad de Newport, donde despertará un interés obsesivo por parte de dos mujeres opuestas entre sí: su alumna Jill y Rita, una colega casada. Rita es infeliz en su matrimonio, le tira los tejos sin demasiado éxito, sin embargo más agradable resulta la compañía de su joven alumna, Jill, que verdaderamente le admira, pero quiere mantener la relación en el plano de la amistad y no quiere echar a perder su noviazgo. Una trama sencilla tejida en torno a la paradoja de que el hombre está por encima del bien y del mal, enseguida nos hace pensar en la teoría del crimen perfecto que ya urdió Hitchcock en La soga (1948).
Apenas arranca Irrational Man suena la versión instrumental de The “In” Crowd, del Ramsey Lewis Trío, que se convertirá en el leit-motiv de toda la película. Es un tema intenso, veloz, que sintoniza a la perfección con el tono ligero y por momentos lúdico del filme. Y lo que Allen entrega nunca carece de interés, ni en los casos en que pueda estar menos inspirado o ser menos brillante. Irrational Man no es de los mejores filmes de Allen, y el problema no estriba tanto en que repita ideas y temas previamente abordados -la conexión en este caso con la citada Delitos y faltas y Match Point (2005), incluida la cita explícita a Crimen y castigo de Dostoievski, es evidente-, como en el abuso de la doble voz en off, y, sobre todo, en el estiramiento excesivo de la trama.
Además, el pesimismo de Allen asoma no sólo en el deprimido profesor, sino también en las dos mujeres que asoman en su vida. Y aunque se supone que con su proceder el “profesor” Joaquin Phoenix va a impartir sendas “lecciones vitales” a sus “pupilas” Emma Stone y Parker Posey, no dejan de estar atravesadas por una ironía próxima al cinismo.
Sin embargo, lo más interesante de Irrational Man, además de ser una aventura que fluye armoniosamente, y de que sus actores protagonistas, Phoenix y Stone resultan impecables, son sus referencias intelectuales que funcionan como disparador para un tema que siempre ha obsesionado a Allen: el sentido de la vida, la forma de encontrar una justificación y un motor a una existencia dominada por el pesimismo y los contratiempos.