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El verbo amar sólo se conjuga en presente

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Orfa Astorga - publicado el 22/09/15

Y al día siguiente volver a empezar incansablemente

Mi abuela, que ha enviudado, me ha entregado una carta diciéndome que la letra impresa previene los fallos de la memoria a la hora de los consejos.

Se trata de una carta que le escribió mi abuelo durante el único viaje que hizo sin él, y por el cual, en uno de sus aniversarios de bodas no estuvieron juntos.

Ahora la comparte conmigo en un deseo de enseñanza. Le ha agregado una cariñosa dedicatoria a mí y mi futuro esposo, no hacía falta más.

Al empezar a leerla, viene a mi memoria el día en que acompañe a mi abuelo al aeropuerto a recibirla. Desde que ella había partido, todos los días habían hablado por teléfono mañana y tarde.

Ese día, mi abuelo se puso de lo más elegante, cuidadosamente peinado y con un cierto perfume, llego al aeropuerto parándose inamovible frente al área de llegada con un ramo de flores en su mano. Algunas personas lo veían con curiosidad, frisaba los setenta años y tenía la actitud de un adolescente, que, enamorado, no quitaba la mirada por donde debería aparecer el amor de su vida, sin percatarse de cualquier otra cosa a su alrededor.

Viéndolo, era difícil imaginar que su matrimonio hubiera pasado por severas crisis de las que milagrosamente se repuso en lo que parecían los umbrales del divorcio. Aunque lo supero, en sus esfuerzos por reinventarse no alcanzaba la paz, pues su pasado parecía haberlo marcado para siempre como un ser infeliz, lo que mi abuela no permitió. Un pasado en que padeció de alcoholismo y en el que la había hecho sufrir hasta lo indecible. Un espacio de tiempo que abarco amargos años.

Copio aquí algunos apuntes de lo que mi abuelo le escribió en ese entonces:

Querida.

Hoy en nuestro aniversario de bodas, quiero darte las gracias y nunca dejare de hacerlo, por haberme sostenido con tu amor, enseñándome que el verbo amar se conjuga solo en presente.

Yo te amo, tú me amas; como el primer día, el único día, el último día de nuestras vidas.

Gracias por ayudarme a superar la sensación de haber perdido mucho tiempo de mi vida, desperdiciando multitud de ocasiones de amarte y respetarte verdaderamente. Por exigirme el coraje de recomenzar sin dejarme abatir, pues las cosas buenas y positivas que aun podíamos disfrutar en adelante no nos estaban vedadas. Portándome bien hoy, sin promesas para mañana.

Por ayudar a deshacerme del lastre de antiguas lamentaciones del pasado; sobre que debí haber hecho esto, o aquello; de errores, faltas, omisiones ofensas… culpas estériles. Solo así pude darme cuenta, que del pasado, no podía cambiar ni una coma; en cambio, sí lo podía aprovechar desde la fecundidad de un aprendizaje. Para aceptarlo como fue, y luego dejarlo en manos de Dios.

En este nuestro aniversario, el hoy de mi amor es mi tesoro, lo único que realmente me pertenece y que puedo ofrecerte como mi más valiosa realidad. Ese hoy de mi amor que siempre acogiste para volver a empezar con confianza en el futuro, independientemente de cuáles fueran nuestras previsiones, planes, promesas; pues aun cuando nada saliera como pensábamos, mi amor y tu amor se conjugaban siempre en presente, para volver a empezar.
Por eso, como cada día, hoy elijo aprender a amarte más, e independientemente del resultado de que mis buenos propósitos sean un éxito o un fracaso; al día siguiente —en un nuevo hoy que me regalara tu amorosa paciencia— volveré a empezar incansablemente. Sin intentar medir mis progresos, sé que me empeñare en amarte y eso me consuela, pues vivir así el instante presente ensanchara mi corazón.

Volveré a luchar por lograr toda la disponibilidad de mi corazón, no teniendo ninguna preocupación ni otra cosa que hacer que estar contigo, y vivir lo que haya que vivir en ese instante, todo el tiempo que haga falta.
Por estar libre para ti de estorbos del pasado y sin preocupaciones por el futuro.

Por no dejarme atrapar por las contrariedades, para hacer de cada encuentro un momento de verdadera comunión del que tu corazón salga contento.

Por darme, superando mis defectos y limitaciones con la certeza de continuar aceptando la vida y encontrándola buena, incluso en los peores momentos. Por no dejarme vencer por mi debilidad y sostener mi sonrisa para ti.
Con la ilusión de cultivar en nosotros, vastos espacios de paz e ir ampliándolos progresivamente, hasta que esa paz irradie a los demás.

Por tomar tu mano, sin preocuparme por saber si el tiempo pasa demasiado deprisa o demasiado lento.
Por darte eternamente las gracias, por haberme amado tanto.

Dios se ha hace presente en los matrimonios, Dios eternamente joven, eternamente nuevo.
Dios a quien pertenece el pasado y el futuro, y que puede perdonarlo todo, purificarlo todo, renovarlo todo.

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