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Everest: Una odisea a 9000 metros de altitud

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Universal Pictures

Enrique Anrubia - publicado el 21/09/15

La emoción, el vértigo al vacío y las escenas de abiertos paisajes y sentimientos internos están garantizados

Esta no es la primera vez que la industria cinematográfica se embarca en una superproducción sobre alpinistas, montañas grandiosas, nieve, avalanchas, paisajes espectaculares y rescates casi imposibles. En anteriores décadas, y por citar las más conocidas, podemos encontrar a Clint Eastwood y su “Licencia para matar” (1975), a Silvester Stallone con “Máximo riesgo” (1993) y Chris O’Donnell y aquel “Límite vertical” (2000). Las tres tienen en común tres cosas: eran superproducciones de alto presupuesto, su nivel de invención fantástica era casi inverosímil (especialmente “Límite vertical”) y las tres eran historias ficticias.

Pues bien “Everest” es una superproducción de 55 millones de dólares, pero está basada en una historia real y su nivel de veracidad es bastante acertado. La historia es simple: Existen compañías especializadas de guías de montaña que llevan a sus clientes a la cima de la montaña más alta del mundo de casi 9000 metros. En 1996, hubo una tragedia, donde se juntaron todas las posibilidades de la mala suerte, que fue toda una odisea, y esta película narra dicha aventura.

Para algunos este suceso es ya conocido pues fue narrado por Jon Krakauer en su libro “Mal de altura”; libro que se convirtió en un best seller y a la lo largos de los años en un clásico de la literatura de montaña. Krakauer también es conocido por haber escrito otro clásico: “Into the wild” que también se convirtió en película recientemente: “Hacia rutas salvajes” (2007), dirigida por Sean Penn. Pero el hecho de que el libro sea tan importante es que Krakauer fue testigo directo de lo que sucedió en el Everest en 1996.

No vamos a desvelar nada de la trama (hay muertos, hay heridos y hay héroes), pues la emoción, el vértigo al vacío y las escenas de abiertos paisajes y sentimientos internos están garantizados. El director islandés Baltasar Kormákur ha evitado un sentimentalismo excesivo (que es de agradecer en toda cinta que habla de tragedias épicas), ha buscado cierto realismo en las técnicas alpinas (que son parte importante para entender la trama y que los montañeros agradecerán) y ha rodado en las escenas en condiciones reales (no obviamente en la cima del mundo, pero sí evitando en lo que se pudiera el uso de los medios digitales). Casi toda la cinta ha sido rodada entre Nepal y la zona italiana de los Dolomitas.

Aunque quien les escribe no la ha visionado en 3D, es una cinta que debe merecer mucho la pena verla en ese formato, y verla en familia. Cierto es que a veces Everest se queda algo floja, y algo larga y que el espectador espera, en algunos momentos, algo más épico, más tremendo o espectacular, pero no desmerece la cinta en su conjunto. Para los espectadores que además sean escaladores o alpinistas decir que no deja de ser una superproducción de Hollywood y no tanto una documental que busca el total realismo: aún así no defrauda y está muy por encima de sus antecesoras. Se nota, en ese sentido, el toque de un director europeo como Kormákur pues evita el empalagamiento hollywoodiense de este tipo de películas.

El reparto principal son tres niñas bonitas en alza ahora en Hollywood: Jason Clarke, Josh Brolin y Jake Gyllenhaal. Ninguno hace el papel de su vida, pero también porque Kormákur ha evitado el sentimentalismo a favor de una acción más neutra, plana y directa, y porque es una película sobre un suceso más que de personajes. Tampoco se ha escatimado en grandes actores para los secundarios: Robin Wright, Michael Kelly (en el papel de Krakauer) o Emily Watson. En resumen: buena película que bien merece la pena verla en cine.

Una última anotación: Everest está basada en la perspectiva de lo que pasó según Jon Krakauer, pero no es la única. Quien desee una segunda opinión de lo que allí pasó en 1996 puede leerse otro clásico de la literatura de montaña de alguien que también estuvo allí, Anatoli Burkeev. Su libro: “Everest 1996. Crónica de un rescate imposible”. De hecho, Krakauer tuvo que rectificar posteriormente parte de los hechos ante la versión de Burkeev. La película ha evitado las rectificaciones, y se han inspirado en hechos reales, pero, claro, sólo inspirado. En realidad Brukeev fue uno de los grandes héroes del rescate.

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