¿Qué significa recibir a los migrantes? Políticas, leyes, coordinaciónAunque las fuentes de información distan mucho de ser confiables, dada la naturaleza misma del fenómeno, que se realiza de forma clandestina, se calcula que cada año pasan por México hacia Estados Unidos cerca de 400 mil personas migrantes, la mayor parte de ellas del llamado “Triángulo del Norte” de Centroamérica, compuesto por El Salvador, Guatemala y Nicaragua.
Aunque muchos de ellos logran su cometido –llegar a cruzar la frontera norte de México e internarse a Estados Unidos—otros no lo logran y o son deportados (este año México ya ha devuelto a sus países de origen a cerca de 270 mil personas) o se quedan a trabajar en México, o piden limosna y son vejados por las autoridades de migración, ultrajados por las bandas del crimen o de plano “desaparecidos” o usados como transportes de droga, entre otras muchas violaciones a sus derechos humanos.
Una iniciativa de Iglesia
“¡Puertas abiertas a los migrantes!” es el lema de una carta que monseñor Guillermo Ortiz Mondragón, obispo de Cuautitlán y responsable de la dimensión de los migrantes en la Conferencia del Episcopado Mexicano, ha enviado a los fieles de la Iglesia católica, a las autoridades civiles federales, estatales, municipales y a todas las personas de buena voluntad que en México tienen que ver con el profundo proceso de migración que experimenta el país, especialmente por el éxodo de la migración de países de Centroamérica.
Si bien es cierto que los migrantes pasan por México en busca del sueño americano, también lo es que muchos se han quedado a vivir en este país y han buscado aquí huir de la violencia, del hostigamiento de las maras, del abandono, de la falta de trabajo, de la corrupción y de la impunidad que viven en sus países.
Las leyes mexicanas, últimamente, se han endurecido, aunque recientemente el Senado propuso una iniciativa para que México se integre al grupo de países que ya están recibiendo refugiados. ¿Será ésta la oportunidad de darles también cobijo a los migrantes?
Participar de una iniciativa mundial
Monseñor Ortiz Mondragón recuerda en su misiva que diversas situaciones han despertado la conciencia de muchos países, gobiernos y personas y favorecido la apertura de su casa, de su comunidad, de su nación, a la acogida generosa a los migrantes, especialmente los que son víctimas de la violencia en su país, de la trata de personas, de las esclavitudes laborales.
“Muchos se han expresado a favor de quienes viven estos dramas, llamando a la solidaridad. Así lo han hecho el Papa Francisco y toda la Iglesia. México también se ha sumado, como se ha manifestado en la propuesta presentada por el Senado de la República, y la inmediata reacción de la Secretaria de Relaciones Exteriores. Esto es motivo de esperanza”, escribió el prelado mexicano en su misiva.
En este contexto, los obispos mexicanos han querido compartir algunas preguntas: ¿Qué significa recibir a los migrantes, sobre todo en situaciones tan especiales? ¿Quién los recibirá? ¿Dónde los alojará? ¿Qué se les ofrecerá como alimento, casa, ropa, atención sanitaria, asesoría legal, orientación psicológica, trabajo, atención desde su credo religioso?
Trabajo conjunto
Los prelados mexicanos, en voz de monseñor Ortiz Mondragón, consideran que para dar respuesta a esas inquietudes se requiere una acción de la política nacional, lo cual implica que las leyes, positivas en general en México, se lleven al máximo de su cumplimiento. También es necesaria una acción coordinada entre todos los órganos y niveles de gobierno, y un trabajo conjunto que sume los esfuerzos de la sociedad civil y de las Iglesias.
“Todo esto es importante –opinó monseñor Ortiz Mondragón– para que, en un plano de corresponsabilidad, gratuidad y apertura, gane la persona, la familia migrante y la nación mexicana, que de esta manera crecerá en su madurez social humanitaria, proclamando, en un mundo globalizado, que el centro no es la economía ni la producción, sino la persona humana, su vida, su dignidad y sus derechos fundamentales. Pues a quien quiere recibir es a los descartados de una globalización negativa, favoreciendo la positiva globalización de la solidaridad”.
Y terminó diciendo: “¡Bienvenidos hermanos migrantes! ¡Bienvenida la decisión, si se da, del gobierno de México! La Iglesia católica que camina en esta gran nación se une a esta decisión, y expresa su voluntad y disposición de participar en esta iniciativa humanitaria”.