Un grupo de ex combatientes argentinos y británicos jugarán un partido de Rugby el 21 de septiembre
En su magnífico poema sobre la guerra de Malvinas, Jorge Luis Borges imagina que Juan López y John Ward “hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.”
Un grupo de ex combatientes argentinos y británicos parecen decididos a honrar ese anhelo de amistad que Borges soñó, y con un partido de Rugby de dos planteles integrados por ex combatientes se “declararán la paz”.
Será el 21 de septiembre en Londres, organizado por la Fundación Rugby sin Fronteras. La visión de Juan Bautista Segond, ex tercera línea y ex combatiente presidente de la Fundación, tiene un antecedente histórico vastamente reconocido: “Así como Nelson Mandela usó el rugby para unir a su pueblo, nosotros usaremos el deporte como herramienta de superación con el fin de que nuestros hijos no hereden nuestros errores; queremos sanar heridas aún abiertas”.
El encuentro fue presentado al Papa Francisco hace cerca de un año, y el Papa volverá a recibirlos el 16 de septiembre para bendecir la pelota con la que se disputará el match.
El mundo del rugby se unió de llenó a la iniciativa. Dos argentinos que jugaron en Richmond consiguieron el estadio, Felipe Contepomi y Rodrigo Roncero, y difícilmente quieran quedar afuera del campo de juego. Los uruguayos supervivientes de la tragedia de los Andes Gustavo Zerbino y Antonio Vizintin también empujarán por la paz, lo mismo que numerosas reconocidas figuras británicas y argentinas.
No es está la primera actividad con alto contenido simbólico para declarar la paz de la que participa Rugby sin Fronteras. Junto con otras organizaciones europeas, “empujó” un pack con 30 equipos de niños para conmemorar el 100 aniversario de la Primera Guerra Mundial.
Durante la presentación del partido se compartieron escenas de un documental que muestra un viaje de ex combatientes de Rugby Sin Fronteras a las islas, fundiéndose en un abrazo ante las cruces que recuerdan a sus compañeros caídos. Son ficticios, pero acaso lo que le faltó soñar a Borges es que López y Ward se podrían haber encontrado en un estadio, en un scrum. Pero hubiese sido real, y lo de Borges eran las ficciones. La paz que a veces tanto cuesta, en los estadios parece posible.