¿Qué podemos hacer para ayudar a los refugiados?
La fotografía del niño boca abajo sobre la arena de la playa ha dado la vuelta al mundo y son muchos los que indignados por tanto horror se hacen la gran pregunta: ¿Y qué puedo hacer yo para que esto no vuelva a ocurrir? Mucha gente de bien se siente interpelada a la ayuda con los refugiados pero se ven impotentes y buscan alguna manera de canalizar la solidaridad, la caridad que parte de su corazón en contestación al horror del drama de tantos migrantes.
No hay fórmulas secretas. A todos nos gustaría terminar con el sufrimiento de estos inmigrantes. Quizá no seamos capaces de hacerlo directamente pero el esfuerzo de todos puede ayudar a paliar el sufrimiento. Aquí ofrecemos algunas claves:
1. Educación y Sensibilización
Parece una obviedad, pero es la parte más necesaria. Es la más barata pero a la vez la que más cuesta. En estos días se pueden leer Tweets y declaraciones despreciables.
Dos ejemplos: «El niño sirio estaba bien vestido; bien alimentado. Murió porque sus padres fueron codiciosos con la buena vida en Europa. La cola está disparando los costes»: Peter Bucklitsch, diputado del partido euroescéptico inglés UKIP ó «Estamos protegiendo la identidad cristiana de Europa frente a la ola de refugiados musulmanes»: Viktor Orbán (Primer Ministro Hungría).
Lo peor de todo es que son muchos los que piensan así. “Vienen a quitarnos el trabajo”, “Nos van a invadir”, “Impondrán el Burka a nuestras mujeres” o “Atentarán contra nuestros trenes”, son algunas de las tonterías que pueden oirse por las calles, en nuestros bares, a nuestro alrededor.
No, no y no. No podemos aceptar este tipo de comentarios. Ahí empieza la solidaridad con los refugiados. Denunciar, sensibilizar y sonrojar a todos los que piensan o dicen estas barbaridades.
La Conferencia Episcopal Española ya ha mostrado en un comunicado cómo hay que actuar ante los refugiados: » Hay que ponerse dentro de la piel del otro para entender qué esperanzas y deseos les mueven a dejar su tierra, su familia, los lugares conocidos; de qué situaciones busca escapar». “Clama al cielo constatar, junto a las abismales desigualdades de renta media per cápita y de esperanza media de vida, la violencia y las persecuciones desatadas por fanatismos inhumanos o por otras razones políticas” y son muchas las instituciones, como Cáritas, CONFER y Justicia y Paz, que han dicho bien alto: ¡NO a la política del miedo, Sí a la política de la integración, la acogida y el desarrollo de los pueblos!
Destacar la gran labor del Servicio de Jesuita de Refugiados, quienes están en primerísima línea de los acontecimientos. En todas las guerras, en todos los conflictos, en todos los lugares donde hay gente que tiene que huir de sus casas. Ellos lo tienen muy claro, su piedra angular es la acogida: «Ni todos los subsidios del mundo podrán remplazar la calidez de la asistencia que pueda ofrecer un ser humano a otro».
2. Solidaridad, acogida y caridad personal
Arremangarse y entrar en el barro. Implicarse, dejarse la piel, ofrecer todo lo que uno tiene. Esta es la opción más arriesgada pero la más necesaria. Son muchos a los que no les vale sólo la sensibilización y la educación en la escucha del otro. Quieren más, necesitan más.
Personas que ofrecen sus pisos, que ofrecen sus casas, que ofrecen una habitación con la que compartir el sufrimiento del refugiado. Instituciones que empiezan a aportar con lo que tienen: La archidiócesis de Valencia, en España, ha empezado a acoger en viviendas del propio arzobispado a familias inmigrantes desplazadas; el arzobispado de Barcelona también ha decidido destinar parte del edificio de La Conreria, el antiguo Seminario Menor Diocesano, para acoger familias de refugiados.
Las parroquias son un buen lugar donde acudir y pueden servir para canalizar muchas ayudas. Si tienes un piso vacío, si quieres ayudar con tu trabajo, si crees que puedes aportar en la enseñanza, en la acogida, en su salud… puedes acercarte al párroco y él puede ayudar. Muchas parroquias están creando alertas para ayudar en lo que puedan y si en tu parroquia no hay nada de este tipo ofrécete para crear una. “Estamos impresionados y desbordados ante la que es la mayor crisis migratoria en Europa desde la Segunda Guerra Mundial”, señalaba hoy a AVAN el sacerdote Olbier Hernández, director del Secretariado Diocesano de Inmigrantes y Refugiados de la archidiócesis de Valencia. La parroquia es el primer lugar de evangelización y también puede ser el primer lugar de solidaridad y de caridad.
3. Apoyar iniciativas ya creadas que trabajan en el terreno
Todos queremos ayudar pero son muchos los problemas que nos encontramos. Falta tiempo, no sabemos que hacer, no sabemos como actual. No hay que preocuparse. Hay personas que llevan años, muchos años trabajando por los refugiados.
Caritas es siempre un valor seguro. Trabajan en tu país, en tu ciudad, en tu misma parroquia y además tienen contacto directo con los países de origen. Tienen infraestructura suficiente para saber que todo el dinero que puedes aportar llegará directamente.
Cruz Roja, UNICEF o ACNUR son grandes entidades presentes en los países afectados por la crisis de refugiados. Cruz Roja apoya a quienes han perdido su hogar en los puntos de mayor afluencia de refugiados. En Grecia, en Macedonia, en Serbia, en Hungría están sobrepasados y recogen fondos para distribuir ayuda en los lugares “más calientes”. UNICEF esta brinando su apoyo en la infancia: ayuda a las mujeres y niños en tránsito desde la antigua República Yugoslava de Macedonia. Esta organización de la ONU da apoyo a los países de primera acogida: aquellos que primero reciben a los refugiados tras su travesía, tales como Jordania, Líbano, Egipto o Irak.
Ayuda a la Iglesia Necesitada lleva años trabajando con los cristianos perseguidos. Trabajan con los cristianos de Irak y Siria, pero también con los de Nigeria. Son muchos los lugares donde los cristianos son perseguidos y esta institución pontificia busca sensibilizar e informar de los atentados contra la libertad religiosa, además de realizar algunos proyectos concretos.
Hay muchas maneras de ayudar a los refugiados y cualquier momento es bueno para comenzar la ayuda. Es trágico y dramático que hayan tenido que ocurrir sucesos como el del Mediterráneo y que una fotografía de un niño yaciendo boca abajo sea el detonante de un tsunami de solidaridad. Nadie puede decir que no se puede ayudar a esta crisis y también somos cómplices si no hacemos nada. Cada uno que piense cómo, aquí solo ofrecemos tres maneras, tres posibilidades de ayuda.