La revolución sexual de la década de los 60 y el uso de anticonceptivos presentaban toda una nueva experiencia en la sociedad americana. Teniendo esto en cuenta, el antropólogo canadiense Lionel Tiger, en la primera parte de la década de los 70, llevó a cabo un inusual experimento para ver los efectos del uso de anticonceptivos y su efecto a la hora de seleccionar a una pareja.
Como Tiger los describe en su libro de 1999 “The Decline of Males” (El ocaso del hombre), Tiger buscaba comprobar que, cuando el hombre es eliminado de la ecuación reproductiva, cuando pierde su sentido de procrear, esto afecta su sentido de responsabilidad. Tiger quería ver cómo la contracepción hormonal afectaba la relación hombre/mujer.
Tiger y su equipo de trabajo seleccionaron a un grupo de monos macacos de una isla caribeña. El líder de la manada era un monollamado Austin. Como es costumbre en esta clase de manadas, el mono alfa, el líder, escoge a unas pocas hembras como parejas sexuales exclusivas. En este caso Austin tenia tres hembras favoritas.
Tiger inyectó a dos de las favoritas de Austin el popular anticonceptivo Depo-Provera. Lo que sucedió enseguida fue sorprendente.
Después de que Tiger inyectó a las dos hembras el anticonceptivo, Austin las apartó de su harén y las reemplazo con hembras fértiles. Una vez que el Depo-Provera dejó de funcionar en el cuerpo de las dos hembras, tres meses después, Austin regresó a su harén original. En otras palabras una vez que las hembras estaban libres de anticonceptivos, él se interesó en ellas.
Pero Lionel Tiger y su equipo no habían terminado con el experimento.
La siguiente fase consistió en inyectar a todas las hembras de la manada con Depo-Provera. Lo que sucedió enseguida fue el caos total.
Explica Tiger que Austin empezó a actuar erráticamente, su conducta sexual se volvió agresiva. Austin empezó a masturbarse, intento violar a las hembras y actuaba de manera confusa.
Esta conducta sexual de Austin es normal entre los monos, ya que ellos son mas atraídos por las hembras fértiles. La falta de hembras fértiles en su manada hizo que su conducta se alterara exponencialmente.
Depo-Provera como la mayoría de los anticonceptivos que se inyectan o se ingieren, pretende imitar un embarazo en la mujer. Los anticonceptivos engañan al cuerpo de la mujer haciéndole sentir que está embarazada, y así no produce óvulos.
Las hembras fértiles producen mas feromonas, y esto es verdad también para los seres humanos. De esta manera, se produce una atracción natural entre hombre y mujer.
Tiger resumió sus conclusiones afirmando que “la anticoncepción ha llevado a los hombres a alejarse de las mujeres y los ha llevado hacia una conducta desviada”.
Tan solo habían pasado unos pocos años desde la profética encíclica Humanæ Vitæ de Pablo VI, pero ya un científico empezaba a plantear que la anticoncepción podría tener consecuencias en el comportamiento humano (salvando las distancias).
17.Podría también temerse que el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y, sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoísta y no como a compañera, respetada y amada. (Humanæ Vitæ)
¿Es extrapolable el experimento a la relación entre el hombre y la mujer? Con muchísimas reservas. Evidentemente, en el comportamiento sexual humano existe una base química y biológica, pero a diferencia de los animales, no se ve determinado por ella.
Al respecto, Julio Tudela, Miembro del Instituto Ciencias de la Vida de la UCV, matiza:
La relación entre la atracción sexual de los machos y las hembras en el reino animal y su estado de fertilidad es algo bien constatado en los estudios científicos realizados. El trabajo del antropólogo canadiense Lionel Tiger constata efectivamente este efecto. La inducción de un estado de esterilidad en las hembras tras la administración de un anticonceptivo de acción prolongada altera la atracción de los machos hacia las hembras y su conducta sexual.
Trasladar este mismo efecto a humanos, como concluía Tiger, requeriría una matización más profunda. Las relaciones sexuales entre humanos no se limitan a los períodos de fertilidad que marcan estas mismas relaciones en los animales.
En la especie humana, la relación entre el hombre y la mujer está llamada a ir mucho más allá de parámetros hormonales o químicos, como sucede en las especies animales. El ser humano puede decidir libremente acerca de sus relaciones sexuales. Los animales no.
La alteración en humanos de los ciclos de fertilidad, como ocurre con la anticoncepción, afecta a los niveles de atracción mediados por hormonas, pero sólo a estos. Por lo tanto, definir que la utilización de anticonceptivos ha llevado a los hombres a una conducta desviada parece excesivo bajo nuestro criterio.
El atentado antropológico contra el acto sexual que supone la utilización de anticonceptivos y la frustración del don de la vida y del don mutuo que conlleva, sí que puede estar detrás de una modificación de la conducta sexual del ser humano mucho más allá del reclamo hormonal. Por tanto, la anticoncepción provoca un deterioro antropológico y ontológico en la relación humana mientras en los animales es un simple deterioro biológico.
Hoy celebramos a...