Los gestos concretos que solicita el Papa Francisco hacía emigrantes y refugiados Los emigrantes y los refugiados en el mundo nos interpelan, y la respuesta está en el Evangelio de la misericordia. De esta manera, el Papa Francisco ha elegido el lema para la 102ª Jornada Mundial de los Emigrantes y Refugiados, que se celebrara el 17 de enero de 2016.
Un llamado a la misericordia hecho por el Papa en el actual mosaico apocalíptico de la emergencia humanitaria en la Unión Europea: Un camión lleno de cadáveres en la autopista Budapest-Viena, el niño fallecido boca abajo en las costas de Turquía. Madres con hijos de brazos atravesando la alambrada en Serbia, jóvenes sirios desesperados en la estación de tren colapsada en Budapest, y familias enteras detenidas en las fronteras de Grecia-Macedonia.
En este escenario de dolor, la misericordia aparece como una flor en el desierto, o mejor en el mediterráneo, en el testimonio concreto de una turista greca que salva y consuela a un joven sirio exhausto de luchar por 13 horas en altamar.
“Me llamo Sandra Tsiligeridu, tengo 42 años y no soy una heroína. He hecho solamente lo que hacen los seres humanos. Todos se habrían comportado como yo en mi lugar”, dijo al diario italiano la Repubblica.it.
La mujer salvó de una muerte segura a Mohammed tirándolo a bordo de su barca. La foto que ha dado la vuelta al mundo representa una ‘Piedad’ moderna (la escultura de Miguel Ángel expuesta en la basílica de San Pedro): una madre que abraza a un hijo herido y lo conforta en su regazo.
El hecho ocurrió cuando Tsiligeridu, que viajaba en compañía de su hija de 8 años y su esposo, el 27 agosto en la tarde, regresaba en lancha de una excursión cerca de la isla Peserimos en Grecia.
Ella contó que vio las manos salir de la superficie del agua, por ende el marido se alejó para no atropellarlo. “Me di cuenta que era un hombre en apuros y he comenzado a gritar. Entonces nos acercamos”. Las lagrimas afloraron “no lograba parar de llorar” y repetía: “pobre hombre, pobre hombre”.
Apenas a bordo de la nave tiritando de frio, en estado de hipotermia el joven se presentó: “me llamó Mohammed Besmar y vengo de Siria”. Luego, él preguntó: ¿por qué llora? La respuesta fue un silencio y el abrazo consolador.
Mohammed partió junto a 40 compatriotas sirianos desde Turquía en una chalupa de fortuna con dirección a Kos, mientras estaban en pleno viaje, los traficantes pierden un remo que él espera recuperar. Sin embargo, las olas lo alejan de la embarcación.
Así, debido al gesto simple de misericordia de la familia Tsiligeridu, Mohammed no es otro número más en las estadísticas de las muertes en el mediterráneo. La foto de este encuentro afortunado se ha vuelto en un símbolo de la misericordia que se esconde en gestos simples, pero vitales.
Todos somos la iglesia de la misericordia
De hecho, en el contexto del Año de la Misericordia, el tema escogido por el Papa Francisco para la próxima Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado, se concentra en la dramática situación de miles de hombres y mujeres, obligados a abandonar sus propias tierras.
El Papa Francisco recordó que ante el dolor, la Iglesia no tiene fronteras y es madre de todos (03.09.2014). La Misión encomendada, es por tanto amar a los “más pobres y desamparados; entre éstos, están ciertamente los emigrantes y los refugiados, que intentan dejar atrás difíciles condiciones de vida y todo tipo de peligros”.
El Papa explica que Jesús hace una solicitud especial por “los más vulnerables y excluidos” y “nos invita a todos a cuidar a las personas más frágiles y a reconocer su rostro sufriente sobre todo en las víctimas de las nuevas formas de pobreza y esclavitud” (JMER-2015). Y citó el evangelio: «Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis» (Mt 25,35-36).
Porque todos pueden ser el rostro misericordioso de Dios presente en cualquier momento y circunstancia.