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Cometí un gran error ¿y ahora?

<a href="http://www.shutterstock.com/pic.mhtml?id=209293042&src=id" target="_blank" />Young man praying</a> © Dream Perfection / Shutterstock

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Destrave - publicado el 03/09/15
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Las personas cometen errores, pero eso no es un errorSomos fruto de nuestras elecciones, y como nos dice la Palabra de Dios “Pues lo que uno siembre, eso cosechará” Gl 6,7. Luego, la única forma de cosechar un final feliz es sembrando buenas elecciones. No hay otra forma.

Las personas pueden hasta pensar que no tienes remedio, que eres un caso perdido, un retraso en la vida de todos. Sin embargo, está en ti creer lo que dicen al respecto de ti o tener el valor de levantarte, sacudirte el polvo, darle la vuelta y probarte a ti mismo que naciste para ser feliz, que eres mucho más de lo que los ojos pueden ver. Puedes asumir el papel de actor principal o de colaborador de tu propia historia de vida. La opción es tuya.

Somos fruto de nuestras elecciones, pero dependemos completamente de la gracia de Dios. En verdad, escoger correctamente es optar por lo que Él escogería para nuestra vida. Pero incluso así, ¿dónde estaría ese famoso “libre albedrío” del que tanto hablamos si sólo escogiéramos como Dios?

Primero, necesitamos entender lo que es la libertad y para qué existe. Para aclarar esa duda, vamos a pedir una “ayuda” al Catecismo Joven de la Iglesia Católica, el “YouCat”, un itinerario que no puede faltar en nuestra mochila. Veamos lo que dice: “La libertad es el poder que Dios nos ha regalado para poder actuar por nosotros mismos; quien es libre ya no actúa determinado por otro. Dios nos ha creado como seres libres y quiere nuestra libertad para que podamos optar de
corazón por el bien, también por el supremo “bien”, es decir, Dios. Cuanto más hacemos el bien tanto más libres nos volvemos”. (286)

Todo bien. Pero te puedes estar preguntando: ¿No consiste precisamente la “libertad” en poder decidirse también por el mal?”. El YouCat también nos aclara esta duda. “El mal sólo es aparentemente digno de interés y decidirse por el mal sólo hace libre en apariencia. El mal no da la felicidad, sino que nos priva del verdadero bien; nos ata a algo carente de valor y al final destruye toda nuestra libertad. Esto lo vemos en la adicción. En ella un hombre vende su libertad a cambio de algo que le parece bueno. En realidad se convierte en esclavo. El hombre es perfectamente libre cuando dice siempre sí al bien; cuando ninguna adicción, ninguna costumbre, le impiden elegir y hacer lo que es justo y bueno. La decisión por el bien es siempre una decisión orientada a Dios”. (287)

En otras palabras, la libertad no es hacer todo lo que se quiere, sino hacer lo que conviene. Por lo tanto, somos libres para escoger lo que queramos, incluso, para tomar las elecciones de Dios.

Felicidad es fruto de constantes opciones buenas. Para alcanzarla será necesario mucha lucha, mucho sudor y mucho trabajo. ¿Cómo reaccionas frente a las caídas que sufres en la vida? ¿Cómo lidias con tus fracasos y frustraciones? Sin duda, buscar las respuestas a esas preguntas nos quita el sueño y la paciencia, ¿verdad?

Desgraciadamente, no existe una lámpara mágica, que sólo se necesita frotar, hacer una petición y listo. Todo resuelto. En la vida real, amigo mío, no existe la magia, lo que existe es la actitud. Es necesario tomar una decisión de no quedarte en el error y cambiar la situación.

La “X” de la cuestión consiste en aprender a administrar bien los problemas, no permitir, bajo ninguna hipótesis, que suceda lo contrario. Si no dominas tus problemas, ellos te dominarán a ti. Y no necesito decirte dónde irá a parar eso.

(Vinicius Sampaio)

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