Profunda crisis en Guatemala a causa de la corrupción, los obispos reconocen la legitimidad de las protestas ciudadanasCon el título de La esperanza no defrauda, la Conferencia Episcopal de Guatemala (CEG) ha enviado un mensaje al pueblo de ese país centroamericano ante los hechos de corrupción que han puesto a Guatemala en una crisis muy profunda y peligrosa.
Por principio de cuentas, los prelados constatan que el descubrimiento de la enorme corrupción organizada en personas y entidades estatales ha puesto en crisis la institucionalidad del Estado y ha suscitado una enorme indignación en el pueblo guatemalteco.
El pasado 23 de agosto el presidente de Guatemala Otto Pérez Molina, frente a las acusaciones en su contra, sostuvo su inocencia, reafirmó su decisión de someterse a los tribunales y no renunciar al cargo para el cual fue electo.
“Desafortunadamente –dicen en su comunicado los obispos guatemaltecos– es evidente y lamentable que grandes sectores de la población no tienen ya confianza en el presidente”.
Los obispos de la CEG ennumeran los casos de corrupción que involucran a varios de los colaboradores de Pérez Molina, las mismas acusaciones en su contra y la renuncia de miembros de su gabinete, como las causa de que el presidente de Guatemala haya perdido su liderazgo y que no tenga ya respaldos sólidos que garanticen que pueda seguir al frente de la presidencia.
“Por amor a la verdad y a nuestra responsabilidad de promover la paz consideramos que el señor presidente debería reflexionar en su conciencia sobre la decisión de no renunciar”, dicen en la parte central de su comunicado los obispos guatemaltecos.
Traición del Congreso al pueblo guatemalteco
Los prelados ven con temor que la postura actual del presidente de Guatemala cause más polarización en el país y genere mayor conflictividad, al tiempo que reconocieron la legitimidad de las protestas ciudadanas que se han dado en los últimos meses en Guatemala y cuya consigna es ya muy clara: que renuncie a su cargo el presidente Pérez Molina.
En su comunicado, los obispos defienden la necesidad de que no se suspendan las próximas elecciones, aunque haya serias dudas sobre la honorabilidad, capacidad e idoneidad de los candidatos y lo que duramente calificaron como “traición del Congreso de la República al pueblo guatemalteco al no haber aprobado las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos propuesta por el Tribunal Supremo Electoral”.
De forma poco usual en el lenguaje de la CEG los obispos guatemaltecos afirman que “nunca en la historia de nuestra democracia habíamos tenido un Congreso como el actual:ineficiente, complaciente con sus intereses personales o partidarios, con la mayoría de diputados tránsfugas”.
“Nosotros los obispos soñamos, queremos, una Guatemala que viva en paz, sin violencia, en el respeto mutuo, con un futuro distinto para los más pobres y vulnerables” termina diciendo el comunicado de la CEG.