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El sexo X: ¿Pueden elegir los padres el sexo de sus hijos?

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Feliciana Merino Escalera - publicado el 11/08/15

La “intersexualidad” es un fenómeno que requiere comprensión y sensibilidad

La noticia de que el gobierno alemán permite a los padres dejar en suspenso la decisión sobre el sexo de sus hijos, optando por un “tercer sexo” ambiguo llamado “X”, ha provocado una ola de confusión, de malinterpretaciones y de comentarios ideológicos interesados en todo el mundo. Leyendo las noticias se percibe cómo algunos grupos (especialmente desde la cultura LGTB) han querido manipular la información que llegaba al público sobre esta materia, ocultando el gran problema de fondo que se intenta resolver.

Por supuesto que la idea de que los padres seleccionen el sexo de su nueva criatura según su arbitrio y en contra de la realidad es sencillamente descabellada; pero la nueva legislación alemana no se refiere a esta cuestión en absoluto, sino a otra muy distinta, y muy seria.

Se trata de la “intersexualidad”, a la que antiguamente algunos denominaban –de manera poco técnica- como “hermafroditismo”: una anomalía orgánica consistente en que el recién nacido presenta características fenotípicas y genéticas tanto de varón como de mujer, a veces con órganos de ambos sexos que normalmente no están completamente desarrollados o lo están de manera confusa.

Aquí se encuentra la clitoromegalia, el micropene, la fusión parcial de los labios genitales, el caso de los testículos que no han descendido y que podrían ser en realidad ovarios o, también, masas labiales o inguinales que podrían desarrollarse en el futuro como testículos, entre muchos otros supuestos.

En casos así los padres se suelen encontrar ante una terrible tesitura: el registro civil exige que se inscriba al niño como varón o como mujer, cuando en estas situaciones normalmente la sexualidad no queda definida con claridad hasta que se producen los cambios propios de la pubertad. En tantas ocasiones la presión de los médicos y del Estado obligaba a los padres a determinar el sexo del recién nacido a través de una intervención quirúrgica, y los supuestos en los que el desarrollo posterior ha contradicho la opción paterna han sido muchos en la historia y han provocado mucho dolor y sufrimiento.

¿Cuál es la solución que adopta la ley alemana? Se permite, únicamente en el supuesto de que nos encontremos ante una anomalía propia de la “intersexualidad”, y con el informe médico correspondiente, que los padres puedan optar por dejar indefinido el sexo del neonato hasta que la naturaleza se manifieste de manera indudable. De este modo se intenta impedir que se caiga en equivocaciones que afecten posteriormente a la identidad del individuo, especialmente si se acometen acciones quirúrgicas que serán  irreversibles.

La “intersexualidad” es un fenómeno que requiere comprensión y sensibilidad. Algunas personas que la han sufrido terminaron por eliminar los rastros físicos del sexo del que no formaban parte, pero también encontramos muchas situaciones en las que la sexualidad no queda nunca definida, y desde luego no podemos obligar a nadie en contra de su libertad a remarcar su identidad pasando por quirófano.

Uno de los principales activistas que se esfuerza por dar visibilidad a esta problemática es Mauro Cabral, que subraya la importancia de que no se actúe médicamente antes de tiempo y que se espere al desarrollo y a la libre elección del sujeto. Comenta que las operaciones “mutilan la diversidad de nuestros cuerpos; mutilan nuestra sensibilidad genital y nuestra capacidad para el goce sexual, nuestra identidad y, en muchos casos, nuestra capacidad para optar por cirugías deseadas al llegar a ser adultos. Mutilan nuestro derecho a decidir aspectos centrales de nuestra vida, y nuestro sentido de merecer ser queridos y aceptados aún sin cirugías.”

Después de leer las líneas anteriores parece claro que el objetivo no es dar a los padres  "libertad para elegir el sexo" de sus hijos, ni tampoco, como han defendido algunos colectivos, en insistir en que el “género” es una cuestión cultural y no ligada a lo físico.

Desde la perspectiva de la “intersexualidad” habría que recordar el  conocido como caso John/Joan: un varón al que una desastrosa circuncisión dejó prácticamente sin pene. Sus padres, movidos por el natural deseo de que pudiera tener una vida sexual feliz, conocieron al Dr. John Money, uno de los más conocidos defensores de las teorías “culturalistas” sobre el género, que les convenció de que su hijo, tras la operación pertinente, podría ser mujer si además se le educaba como tal en todo momento y se le aplicaban los tratamientos correspondientes. El experimento fue un desastre que destruyó la vida del paciente, que terminó suicidándose después de hacer público que los artículos científicos que había difundido el Dr. Money sobre su caso estaban completamente alterados, revelándose falsos.

En todo caso me parece que Alemania ha dado un paso por el buen camino, acogiendo la diferencia y no disimulándola o menospreciándola, aunque también ha habido algunas voces en contra, como la de quienes afirman que un documento oficial en el que se consigna un “sexo X” puede ser causa de discriminación. Es posible, sin duda. Las leyes pueden ayudar a crear una conciencia pública, pero tienen que ir acompañadas de reflexiones serenas y de un esfuerzo por comprender la realidad en toda su amplitud y matices.

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