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True Detective: nunca segundas temporadas fueron mejores

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HBO

Antonio Rentero - publicado el 07/08/15

La segunda temporada de “True Detective” da la sensación de haber cogido de resaca al equipo creativo

Clasificación por edad: no recomendada para menores de 15 años

A punto de terminar su emisión en Estados Unidos de América, la segunda temporada de la serie “True Detective” no está dejando un buen sabor a una gran mayoría de aficionados, y es que la inevitable comparación con la primera temporada pone las cosas muy difíciles.

Recapitulando, la serie pretende actualizar los seriales novelados de mediados del siglo pasado con historias independientes y autoconclusivas que cada temporada nos presentan un caso y unos investigadores policiales. Distintas épocas, distintas ciudades, distintos protagonistas. Incluso distinto estilo.

El indudable talento narrativo y multirreferencial del autor del libreto, el novelista y guionista Nic Pizzolato, deslumbró con unos sólidos personajes, escasamente novedosos en un primer vistazo pero monumentalmente carismáticos en cuanto se les prestaba atención.

La primera temporada recogía innumerables guiños más allá del campo policíaco, desde la filosofía nihilista hasta Lovecraft. La narrativa a caballo entre distintas etapas temporales desestructuraba esquema y discurso cifrándolo todo a una apoteósica conclusión en el tramo final del último episodio que sirvió como maelstrom catalizador llegando incluso a la metafísica multidimensional.

Las interpretaciones de Woody Harrelson y especialmente de Matthew MacConaughey sobresalieron del conjunto como quizá nunca antes en ambos actores y rapidamente se creó un convencimiento dentro y fuera de la propia producción de que la segunda temporada continuaría la racha en cuanto a atrapar masas de espectadores y encumbrar carreras de actores.

El problema es que el listón ha quedado no solo demasiado alto sino ubicado en un territorio demasiado apartado del terreno que pisa esta segunda temporada de “True Detective” en la que, efectivamente, los actores son otros. Para empezar tenemos un “malo” muy evidente desde el principio y que acapara el protagonismo (un Vince Vaughn muy alejado de su habitual perfil de comedia) aunque resulta un personaje demasiado poco convincente.

Frente a él un trío policial en el que supuestamente el personaje de Colin Farrel era el llamado a “heredar” la carismática orfandad en la que nos sumió la despedida del ya inmortal Rust Cohle macconugheyniano y que no ha podido dar más de sí de lo que el guión le permite.

Le acompañan un Taylor Kitsch que también se nos antoja demasiado convencional para lo que quizá se esperaba y una Rachel McAdams que en cierto modo mejora el contrapunto femenino que en la primera temporada ofreció Michelle Monaghan demostrando que quizá sea precisamente ese tercer personaje en discordia (cherchez la femme) donde reside uno de los atractivos desaprovechados de esta serie.

La segunda temporada de “True Detective” da la sensación de haber cogido de resaca al equipo creativo. Lo cierto es que el tándem escrito/director compuesto por Nic Pizzolato y Cary Fukinawa habrían mantenido un más que importante “desencuentro creativo” (una bronca de toda la vida) que habría alterado la producción hasta el punto de dar pie a un cierto desfile de directores que ha hecho que incluso en un par de capítulos la silla de tijera estuviera ocupada por Justin Lin (cuatro entregas de “Fast & the furious” en su haber, por si sirve de indicación).

El resultado es desconcertante, se perciben demasiados minutos de lo que podría calificarse honestamente como “relleno”, la propuesta base es quizá tan convencional como la de la primera temporada (crimen oscuro, detectives atormentados y autodestructivos cada uno a su manera, que conforman una pareja conflictiva aunque resolutiva, sospechosos en las altas esferas y en los bajos fondos… nada nuevo) pero no termina de exponerse, plantearse y resolverse con un aire diferenciador cercano a lo que experimentamos el año pasado con la primera temporada. Incluso estilísticamente la reiteración de planos aéreos para mostrarnos el hormiguero que es Los Angeles suena a dejà vu no solo por la primera temporada sino porque ya lo hemos visto muchas veces en otras series y especialmente en otras pelis.

Ahora es cuando el potencial espectador piensa que puede ahorrarse ver la segunda temporada de “True Detective” pero cual Shyamalan hemos guardado la sorpresa para el final: vea usted está segunda temporada. Véala y disfrútela hasta el final. Y cuando lo haya hecho busque la primera temporada y disfrútela aún más. Si se diera el caso de que ya conoce las andanzas de Rust Cohle y Marty Hart, la cosa está más difícil.

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