Una comedia gamberra de aventuras que podría haber dado más de sí
Unos extraterrestres interpretan un video con videojuegos lanzado al espacio por la NASA en los ochenta como una declaración de guerra. Utilizarán en su ataque una reproducción a gran escala de los videojuegos en cuestión. El Presidente de los EE.UU. se verá obligado a recurrir a sus amigos de la infancia, verdaderos campeones del videojuego ochentero, para combatir esta ofensiva galáctica.
Comedieta gamberra de aventuras, protagonizada por el inevitable Adam Sandler -muy por debajo de su reciente Magia en los zapatos– y con un Chris Columbus al frente, que maneja bien la acción, pero que arrastra un guión tópico, lleno de diálogos zafios y escatológicos. Es una película friki para espectadores nostálgicos de los videojuegos ochenteros, un homenaje a los cuarentones que tuvieron su periodo de adicción a los comecocos y coetáneos. Quizá por ello los más pequeños no conectarán del todo con ese universo, desconocido para ellos, además de que se verán invadidos por continuo chiste sexual que no se dirige a un público infantil.
La animación digital en 3D estereoscópico es brillante y las escenas de acción llamativas, pero el resultado está muy por debajo de sus posibilidades. Los protagonistas son los clásicos antihéroes -un fracasado cornudo, un friki asocial, una mujer engañada por su marido con una adolescente y un delincuente encarcelado-; todos harán su arco de transformación hasta el heroísmo y la conquista de sus sueños.